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'Satanás me decía: mátala'

"Sólo me acuerdo de las voces que se apoderaron de mí, que sería el mismo Satanás que me decía: mátala, mátala". Así explicaba el funcionario de prisiones de La Rinconada cómo mató a su mujer, cuando ésta dormía.

el 15 sep 2009 / 11:54 h.

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"Sólo me acuerdo de las voces que se apoderaron de mí, que sería el mismo Satanás que me decía: mátala, mátala". Así explicaba el funcionario de prisiones de La Rinconada cómo mató a su mujer, cuando ésta dormía. Rafael S. reconoció que lo hizo, pero alegó que estaba "fuera de sí" porque llevaba más de 15 días sin dormir.

En camiseta, con un pantalón de chandal y unas deportivas; el pelo bastante largo y una barba muy abundante, que le daban un aspecto de dejadez. Así apareció ayer Rafael S. en la Audiencia Provincial de Sevilla, donde comenzó el juicio por el presunto asesinato de su mujer, Montserrat S., a la que supuestamente asestó hasta 40 puñaladas para acabar con su vida.

El acusado fue recibido por una multitud de familiares y amigos de la víctima, que únicamente le increparon a la entrada de la sala, con algunos gritos de "asesino" y "ojalá te pudras en el infierno". Salvo eso, los allegados, que decidieron acudir con una foto de Montserrat prendida en el pecho, mantuvo una actitud ejemplar, pese al relato que tuvieron que escuchar.

Rafael se mostró en todo momento abatido y cabizbajo, e incluso rompió a llorar, cuando era interrogado por cómo mató a su mujer o por sus recuerdos de la infancia. "Por favor, no me hable de las puñaladas, porque no me acuerdo de eso y sufro mucho", le dijo entre llanto a la fiscal.

En su defensa mantuvo en todo momento que actuó "abstraído, como dio", porque llevaba "15 ó 20 días sin dormir" desde que conoció la intención de su mujer de pedirle el divorcio "Mi cabeza no para de centrifugar, porque no quería que mis hijos sufrieran como yo por la separación de sus padres y al final mira lo que les he hecho", señaló mientras se sostenía en el pie del micrófono, contra el que apoyó reiteradamente la cabeza, moviéndola de izquierda a derecha, como negando las acusaciones de malos tratos psicológicos que la fiscal y la abogada de la familia inferían contra él, de las que dijo "son injurias y calumnias".

Durante las casi tres horas que duró su interrogatorio, Rafael -funcionario de prisiones, licenciado en Derecho y Graduado Social- sostuvo que su relación "era muy buena", y dijo incluso que le dio su "beneplácito" cuando ella decidió dejar su trabajo como asistenta, después de casarse, para sacarse el Graduado Escolar y el título de Auxiliar de Enfermería, que posteriormente le permitió trabajar en una residencia de anciano. Empleo del que el acusado dijo "le hacía sentirse realizada como mujer". Una de las hermanas de la víctima, en cambio, sostuvo que él era "autoritario", que Montserrat quiso separarse varias veces de él y que él llegó a decirle que "la llamaba torpe y la humillaba para estimularla".

El trágico día. Sobre el día en que sucedieron los hechos, la madrugada del 4 de febrero de 2006, el funcionario sólo fue capaz de explicar que discutieron porque él "hacía mucho ruido con el microondas" y que cogió dos cuchillos. "Subí la escalera volando, apoderado por algún espíritu maligno, porque es algo increíble en mí acabar con la vida de un semejante". De lo que ocurrió después, no pudo dar más detalle, pues aseguró que sólo recuerda "las voces que se apoderaron de mí, que sería el mismo Satanás que me decía: mátala, mátala, mátala". Luego, llamó a la Policía y se entregó. "Hay un punto blanco en mi mente, fue todo como un flash, como un sueño del que no he despertado".

Rafael, que reconoció que se casó "sin estar enamorado", tras haber dejado embaraza a Montserrat, "porque Dios me dijo que ese niño debía nacer". Además, explicó que sus hermanos sufren "esquizofrenia" y su madre "psicosis residual". Él, que está en tratamiento, asegura que habla "con Dios, con la Virgen y con el Espíritu Santo".

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