Cultura

Savater: «La Fiesta se defiende a sí misma apostando por su autenticidad»

Con el telón de fondo del debate abolicionista catalán, el prestigioso profesor y filósofo vasco ha publicado un ensayo que, bajo el título de ‘Tauroética’ (Turpial), rebate las argumentaciones moralistas de todos aquellos que quieren acabar con las corridas de toros.

el 29 sep 2010 / 19:15 h.

Fernando Savater ha presentado su nuevo libro en el Salón de Carteles de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.
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-¿Por qué un libro sobre la ética de la tauromaquia?

-Este libro surgió cuando empezó  la discusión en el Parlamento de Cataluña. Yo escribí un artículo  en el periódico en el que habitualmente colaboro pero vi que en ese reducido ámbito no podía condensar todo lo que yo quería. En realidad, este libro no es un alegato a favor de las corridas de toros, sino contra las argumentaciones moralistas de los que quieren suprimirlas. Lo que me interesa es la ética de las relaciones entre los animales y los humanos.

-Vivimos en una sociedad ternurista que ha perdido los valores agrarios...

-Así es. Más que una humanización, vivimos una urbanización. Según se han ido alejando la mayoría de los habitantes de los países desarrollados de la simbiosis campesina con los animales, ha ido creciendo la idealización de éstos y la compasión por su suerte. Han pasado de ser bestias a pobres animalitos, se ha pasado a una concepción de los animales a lo Disney. Los únicos animales salvajes del mundo infantil de hoy son los que aparecen en los documentales de la televisión y los travestidos que protagonizan los dibujos animados. Todo es virtual, lo vivimos a través de una pantalla o una maquinita de juegos.

-¿Tiene vigencia, en pleno siglo XXI, un espectáculo que muestra la muerte sin profilaxis?

-Ha llegado un momento en el que el hombre ha ganado la batalla a los animales, están totalmente derrotados. Podríamos eliminarlos todos mañana mismo si quisiéramos. Las amenazas de la naturaleza que seguimos sin controlar serían las bacterias y los virus. En este panorama, los toros  siguen siendo un símbolo de nuestra vinculación con los animales, de nuestra antigua batalla con la naturaleza.

-El medio natural es un ámbito cada vez más alejado del hombre de hoy...

-Cuando yo llegué a Madrid con 13 años había una vaquería en pleno Centro, en la calle Diego León, que además me producía cierta nostalgia de aquel San Sebastián de los caseríos de mi niñez, pues me evocaba sus olores y su atmósfera. A las generaciones de hoy les parecería increíble encontrar vacas lecheras en pleno Centro de Madrid. Los animales van desapareciendo de nuestras vidas como presencias reales cotidianas, como seres con sonidos y olores propios: ahora sólo disfrutamos de sus productos higiénicamente preparados.

-Los animalistas no dejan de aludir al sufrimiento del toro durante la lidia.

-No creo que la suerte del toro de lidia sea la más digna de compasión, al menos entre quienes comemos carne de vacas, cerdos, atunes o aves de corral y gastamos zapatos y bolsos de piel. Me parece que la vida de los toros y hasta su cuarto de hora final de batalla dolorosa sería envidiada por muchos de los animales que están a nuestro servicio si pudieran conocerla.

-Desde ciertos ámbitos nos dicen lo que hay que comer, lo que hay que beber, lo que hay que pensar... ¿Vivimos un nuevo totalitarismo?

-¡No falta ya más que los parlamentos decidan lo que es moral y lo que no lo es! Como parece que había quedado claro en otros casos, el parlamento no está para zanjar cuestiones de conciencia individual, sino para establecer normas que permitan convivir moralidades diferentes sin penalizar ninguna y respetando la libertad individual.

-En este panorama, la deriva nacionalista ha hecho política de río revuelto.

-El viejo debate abolicionista ha alcanzado ahora un nivel efectivamente político, como también es político su trasfondo. Aunque las argumentaciones escuchadas en el Parlamento catalán no sean de corte nacionalista, sin unas motivaciones de esa índole no habría habido iniciativa popular, ni probablemente ésta hubiera llegado al punto actual.

-La cantinela de los antitaurinos es, cuanto menos, pertinaz.

-Dijo George Orwell que hay personas, como los vegetarianos o los comunistas, con los que es imposible discutir. La lista de afectados por este bloqueo no deja de crecer y me temo que hay que apuntar también en ella a los partidarios de los supuestos derechos de los animales.

-Pero sus argumentos están calando. El hombre de la calle se pregunta cada vez más por el sufrimiento del toro bravo...

-La barbarie no consiste en tratar con inhumanidad a los animales, sino en no distinguir el trato que se debe a los humanos y el que pueda darse a los animales. En ese sentido, recordando la espeluznante cogida de Julio Aparicio en la pasada Feria de San Isidro, convendría recordar que, en medio de un debate televisivo, varios espectadores llamaron para comentar que peor lo pasó el toro, banderilleado y estoqueado luego a muerte. Incluso alguno insinuó que Aparicio se lo tenía merecido. Sin duda ésta es la voz de la barbarie, no de la ilustración ni el humanismo.

-¿Y cómo se defiende a sí misma la Fiesta de los Toros?

-La mejor defensa de la fiesta siempre estará en su calidad y su autenticidad. Si dejamos que se convierta en pantomimas para turistas estaremos cavando su tumba.

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