Sorpresa con mayúsculas. A las 12.45 horas de ayer se confirmaban los peores temores. Una llamada del Arzobispado informaba al párroco de la clausura de la iglesia de San Roque como medida inmediata de seguridad ante el mal estado de este edificio ubicado en la plaza de Carmen Benítez, en plena Ronda Histórica.
Las últimas inspecciones técnicas así lo aconsejaban después de que el padre Manuel Gordillo avisara hace quince días de leves desprendimientos en la cúpula del presbiterio. Estaba un poco alerta, la verdad, pero si hay riesgos para los feligreses, bien hecho está, se resignaba el sacerdote tras hacerse público la noticia.
El cierre al culto de este templo construido a mediados del siglo XVIII y en el que actualmente tienen sede canónica las hermandades de la Virgen de la Sierra y la de San Roque viene motivado por el agotamiento de las vigas de la nave central, repuestas tras el incendio que en 1936 destruyó el templo. En octubre se detectó por primera vez que una grieta recorría longitudinalmente la nave central, desde el coro hasta el presbiterio, justamente donde se produjeron los desprendimientos.
Pero pese a todo y tras comunicarlo al Arzobispado, la vida parroquial y la de las corporaciones residentes se ha venido desarrollando con normalidad, al margen de las grietas. Tanto es así que la hermandad de San Roque tenía listo en el altar mayor el montaje para los cultos de la dolorosa, previstos para el domingo con la función a Gracia y Esperanza. Igualmente, durante toda la mañana de ayer, la iglesia permaneció abierta en el horario habitual sin que nada hiciera presagiar que serían sus últimas horas de culto. Ha sido rápido y veloz. Sabíamos que había algunos problemas, pero lo que no sabíamos es que iban a terminar así, confesaba el hermano mayor de San Roque, Antonio Barrero, que se venía obligado a buscar a contrarreloj un templo alternativo para acoger los cultos de la dolorosa.
En un cabildo de urgencia celebrado anoche se decidió que la dolorosa sería trasladas a la iglesia del convento de San Leandro para sus inminentes cultos y que el resto de imágenes titulares irían a la sala capitular de la casa hermandad, donde tras el triduo de la Virgen se aprobaría la sede alternativa. Entre las opciones que se barajan están el ya mencionado convento de San Leandro, la iglesia de San Ildefonso y el convento de las Trinitarias, en la calle Padre Méndez Casariego.
Por su parte, la hermandad de la Virgen de la Sierra decidirá esta tarde donde se muda durante el tiempo de obra. Esta corporación de gloria tendrá muy presente el ofrecimiento de la vecina capilla de los Ángeles realizado por la hermandad de los Negritos: Ya una vez estuvimos allí durante unas obras, explicó amablemente el hermano mayor, Javier Pérez.
La activa vida parroquial de la iglesia de San Roque pone sus ojos en el convento de las Trinitarias, aunque no hay confirmación oficial del Arzobispado. En este sentido, el párroco aseguró ante todo la continuidad de todas las actividades y cultos allá donde se vaya. Eso incluye la mudanza de las catequesis, de las reuniones de las comunidades, de los bautizos y hasta de las bodas reservadas en San Roque, entre las que se cuentan una decena.
No hay fecha para el inicio de la restauración. Dependerá de cuándo estén terminados los estudios técnicos que sobre el estado de conservación del templo ha encargado la Archidiócesis. Eso sí, se plantea un exilio breve, de apenas cuatro o cinco meses de obras. Pese a todo, desde la hermandad penitencial se piensa en un templo desde donde salir el próximo Domingo de Ramos por si acaso.
