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Se cumplen quince años del descenso administrativo del Sevilla

Tal día como hoy, el club vivió uno de los sus episodios más convulsos de su historia.

el 31 jul 2010 / 22:11 h.

La afición se echó a la calle indignada.

Tal día como hoy hace quince años, el Sevilla Fútbol Club vivió uno de los episodios más convulsos de su existencia y, sin duda, de los más relevantes de su historia contemporánea. El equipo nervionense, junto al Celta de Vigo, se veía abocado a un descenso administrativo que daría con sus huesos en la Segunda División B. Una tragedia de considerables dimensiones.

El 1 de agosto del 95, la Liga de Fútbol Profesional enviaba un comunicado en el que se decía que tanto hispalenses como gallegos descendían por defectos a la hora de presentar los avales correspondientes. Estos, ideados como previsión de las deudas de los clubes y que ascendían a un cinco por ciento del presupuesto presentado -85 millones de las antiguas pesetas en el caso del Sevilla-, se enmarcaban dentro de la flamante Ley del Deporte, que obligaba a los equipos a convertirse gradualmente en sociedades anónimas deportivas. Sin embargo, José María del Nido, por entonces vicepresidente de la entidad que presidía Luis Cuervas, aseguraba haber realizado una transferencia en tiempo y forma a la Liga de Fútbol Profesional.

DE EUROPA A SEGUNDA B. El equipo había logrado meses antes su clasificación para la Copa de la UEFA, la segunda clasificación en los nueve años de la era Cuervas, con un equipo en el que destacaba Davor Suker y que era entrenado por Luis Aragonés, que se marchó al Valencia dejando su puesto al portugués Toni. De esta manera, se daba la curiosa circunstancia de que un equipo de Segunda B iba a jugar en competición europea.

La desazón en la afición era evidente y se echó a la calle de forma casi espontánea al día siguiente, dándose cita decenas de miles de sevillistas que pedían a la vez el regreso de su equipo a la Primera División y la dimisión del consejo de administración y de Cuervas. La manifestación recorrió el tramo comprendido entre el estadio Sánchez Pizjuán y la Plaza Nueva.

CONSECUENCIAS. El desaguisado tuvo consecuencias a nivel del fútbol nacional y a nivel de club. En cuanto al fútbol nacional, debido a la torpeza de ascender al Albacete y al Valladolid antes de que se conociera el desenlace final, la Primera División pasó a ser de 22 equipos. Mal menor para la máxima categoría, que sólo estuvo dos años así, pero mayor para una Segunda División que, a día de hoy, aún sigue disputándose en 42 jornadas.

En el Sevilla, Cuervas no aguantó la presión y el 5 de agosto presenta su dimisión, quedando al frente del club José María del Nido, que pudo celebrar que el 16 de agosto el equipo recuperaba su categoría. Pese a la alegría del verano, la situación produjo un punto de inflexión en un Sevilla que se había acostumbrado a la tranquilidad en el terreno deportivo. Tras marcharse Del Nido el 10 de octubre, Francisco Escobar y después José María González de Caldas se pusieron al frente del club, comenzando una de las etapas más negras de la entidad, que desembocó en un descenso tras veintidós temporadas seguidas en la máxima categoría del fútbol español.

HOY EN DÍA, UNA ENTIDAD MODÉLICA. Tras el varapalo, Rafael Carrión se hizo con el poder durante tres años consiguiendo el regreso a Primera y creando las bases para un lastimoso descenso en el año 2000. Carrión abandonó el cargo y llegó Roberto Alés, lo único bueno que dio esa temporada al Sevilla, creando las bases para conseguir, quince años después de uno de los sucesos más negros de la historia sevillista, que la entidad nervionense se haya instalado como una de las más rentables del continente tanto a nivel económico como en palmarés. Cómo hemos cambiado.

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