Un anodino partido aplazado contra el Livorno es un pésimo momento para que el hasta hace poco mejor futbolista del mundo se despida de los terrenos de juego. Pero las lesiones no entienden de fechas y se presentan cuando el cuerpo dice hasta aquí hemos llegado, no cuando la ocasión es propicia.
Había entrado tres minutos antes en el campo, ya con 31 años y tras haber habituado a todos los aficionados del mundo a verlo con un evidente sobrepeso. Era imposible pensar que, tal vez, se trataba de la última vez que Ronaldo Luiz Nazario de Lima (Río de Janeira, 22-9-1976) participaba en un partido de alta competición. Los gestos de dolor del delantero al caerse desplomado en una jugada sin aparente importancia hicieron temer lo peor, lo que confirmó la primera exploración que le hicieron en el mismo vestuario de San Siro: rotura total del tendón rotuliano de la pierna izquierda.
No habían pasado ni cuarenta y ocho horas cuando Ronaldo se personó en el hospital Pitié-Salpetrière de París, donde reina el prestigioso traumatólogo Gérard Saillant, quien lo curó milagrosamente entre 1999 y 2000, cuando dos lesiones en la otra rodilla, la derecha, hicieron temer por su carrera. El galeno, ya en vías de jubilación, confió la reconstrucción del tendón destrozado a un pupilo suyo, Éric Rolland. Antes de la intervención quirúrgica, los especialistas franceses cifraron en "unos nueve meses" el periodo de baja. Tras ver cómo había quedado de dañada la articulación, fueron más cautos: "Es prematuro afirmar que Ronaldo volverá a jugar al fútbol", decía un parte el día que recibió el alta.
El horizonte que le queda por delante a Ronaldo es ciertamente descorazonador: quince días de fisioterapia en París y un mínimo de seis meses rehabilitando entre Milán y Brasil; y todo sin saber si volverá a estar apto para competir. Una enormidad para alguien que nunca ha sido precisamente un estajanovista.
dientes de sierra. Se puede terminar de este abrupto modo la carrera irregular de un jugador que nunca pasó desapercibido, desde que se proclamó campeón del mundo con 18 años, aunque en aquel EEUU'94 no llegase a disputar ni un minuto. Estrella prematura en el PSV Eindhoven, el Barcelona de Núñez batió récords con su fichaje en 1996, pues pagó la entonces impensable cantidad de 25 millones de dólares. Con los catalanes ganó la Recopa y dejó unas cifras goleadores realmente impresionantes pero empezó a cultivar cierto malditismo, ya que no fue capaz de ganar la Liga y se marchó al Inter.
En el Mundial de Francia, consagrado ya como una estrella, brilló a gran altura pero un extraño ataque de ansiedad en la víspera de la final facilitó el triunfo de los anfitriones. No fue más que la antesala de la racha de lesiones que lo mantuvo casi inactivo hasta el Campeonato del Mundo siguiente, en Japón y Corea, donde se proclamó campeón y máximo goleador.
Para entonces, Ronaldo ya era más un personaje que un futbolista y en el Real Madrid galáctico, pese a dejar muestras de su incuestionable clase, nunca llegó a triunfar del todo. Quizás el mejor servicio que realizó Fabio Capello a favor del club merengue, aparte de ganar una Liga, fue quitárselo de encima a mediados de la temporada pasada. Silvio Berlusconi lo reclutó para su Milan, pero allí, tras un año de pequeñas lesiones, ha sufrido este nuevo percance que puede terminar para siempre con la carrera de El Fenómeno.
