Bueno, pues noviembre va que se las pela así que nos acercamos a uno de los momentos cumbre del año, de los que requieren una reflexión seria y pausada: tengo que decidir qué me van a echar los Reyes Magos. La cosa no es fácil, tengo unos nervios, y eso que después de unos pocos de trienios mis padres han conseguido que me vaya enterando de cómo funciona la cosa. Porque hasta hace nada eran salir los anuncios de juguetes y los quería todos, era imparable, como aquel eslogan de la Junta, ¿se acuerdan?, qué felices e inocentes éramos. Entonces, cuando llegó el fin del mundo, mis padres me sentaron un día para decirme que aquello no podía ser, que a los Reyes les habían cancelado unas pocas de tarjetas de crédito y que las criaturas no podían con todo. La cuestión quedó clarita: sólo una cosa, como pidas unas pocas a la vez te vas a quedar sin nada.
Y aquí estoy, hecho un manojo de nervios, porque si pido los clicks de Famobil se van a mosquear conmigo los duendecillos que fabrican el Lego por el feo que les hago. Y también los de los geyperman, los de los mádelman y los de los airgamboys, por no hablar de los del Tente, que esos se cogen unos rebotes que no es plan. Vamos, que hay que hilar muy fino para intentar quedar bien con todos.
Comprenderán entonces el alivio que me ha supuesto saber que no estoy solo en este mundo, que hay personas que sufren igual que yo, primero porque lo quieren todo y después porque son incapaces de elegir una sola cosa, para evitarse así mosqueos con los agraviados. Mi alma gemela ha resultado ser (qué cosas) nuestro alcalde, Juan Ignacio Zoido, que se ha pedido que los Reyes le traigan un tren (dice que se llama Metro) pero lo quiere con el equipo completo, una maqueta entera con sus raíles y sus estaciones, llenita de líneas. Toma, pues yo también quiero esto, pero cuando se lo he pedido a mis padres me han dicho que los Reyes no son Emilio Botín, así que en lugar de pedir tres líneas a la vez es mejor sólo una, que así seguro que me la echan. Por mí vale, pero el alcalde dice que no, que si la maqueta no está entera no la quiere y que mejor espera hasta marzo (igual es que entonces a los alcaldes les vienen otra vez los Reyes, o al menos Zoido está convencido de que será así...).
Entonces le dijeron que si se conforma con nada más que una línea de verdad que se la ponen, el problema es que tiene que elegir él dónde empieza y dónde acaba. En ese momento se puso a silbar mirando para otro lado y yo lo entiendo, de verdad, porque le pasa igual que a mí con los duendecillos: si eliges un barrio para empezar las obras se te puede mosquear otro al que le dijiste que iba a ser el primero, o que era el más guapo o tu preferido. Así que nada, se ha enrocado en que tiene que ser todo a la vez para que todos estén contentos.
Hombre, si esto de verdad fuese la carta a los Reyes Magos también me gustaría que el Metro viniese con todos sus avíos, pero si esto ya era complicado en circunstancias normales ya me dirán con la que está cayendo. Calculan que la broma de afrontar las líneas 2, 3 y 4 a la vez saldría por 3.225 millones de euros, por no hablar de que tendríamos media ciudad patas arriba a la vez y no creo que fuésemos capaces de aguantarlo.
Soy de los que piensa que mejor una línea en mano que tres volando, aunque otra cosa es que después llegue de verdad un dinero que la Junta de Andalucía fía a eso que llaman colaboración público-privada, que para mí que es como los billetes de 500 euros: dicen que existen, pero nadie los ha visto. Y a la hora de la verdad parece la táctica del Ratoncito Pérez, que así por las buenas te deja dinero debajo de la almohada, a ver si aparece alguien con el mismo espíritu que lo ponga. Porque aquí se dice que una línea como la 3, que va por la Ronda Histórica, es rentable para la empresa privada, pero por ahora no hemos interesado ni al susodicho Pérez.
Resulta de todos modos curioso que lo que el PP no quiere para el Metro sí lo ha defendido esta semana para la otra gran infraestructura de la provincia, la SE-40. El presidente del PP sevillano, José Luis Sanz, dice que mejor nos dejamos de hacer a la vez todos los tramos que quedan para centrarnos en los que hay en marcha, sobre todo el de los túneles bajo el río y así no tocamos el proyecto original. Sanz me ha recordado al carnicero de mi barrio, que cuando me llevo una pieza de solomillo siempre pregunta que si la quiero entera o me la despieza en filetes. Aquí estamos igual, y para mí que sería mejor un solo filete (una línea, un tramo) antes que una pieza grande a la que igual no podemos ni hincarle el diente. Y a ver si así empezamos ya, que hay hambre.