Con gran dificultad para entender las preguntas por su incipiente sordera, relató que aquel día su mujer iba a salir cuando empezaron a discutir y ella le dijo que la matara. "Yo le dije entonces que quien se iba a matar era yo y me puse una pistola en la cabeza. Ella empezó a gritar y me pedía que no me disparase, y entonces le disparé", declaró. Explicó que llevaban "cincuenta y tantos años" casados y "nunca" la había amenazado, aunque hacía años que creía que le era infiel. "Ese día se me fue la cabeza. Yo no soy capaz de matar a nadie", añadió.
La pistola que usó la guardaba en el palomar, pero una semana antes la sacó "para limpiarla". Tras el crimen, salió "corriendo" a avisar a un vecino y, como no le contestaba, acudió a un bar próximo y levantó al propietario para que llamara a su hijo y a la Guardia Civil, a la que confesó los hechos. El fiscal pide 20 años de internamiento en un psiquiátrico penitenciario, ante el informe forense que le atribuye un "trastorno de ideas delirantes" pero la Abogacía del Estado pide 17 años y medio de cárcel.