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"Se me fue, se me fue, ha sido un error"

El maquinista, detenido y acusado de 80 homicidios, admite su fallo a la policía. El tren de Santiago circulaba a 190 kilómetros por horas en un tramo de 80.

el 26 jul 2013 / 10:28 h.

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Todavía colapsados por el dolor, todas las preguntas se dirigían ayer a conocer el por qué. Por qué sucedió semejante tragedia. Qué circunstancias provocaron el accidente ferroviario más grave de las últimas décadas y segundo de la historia de España. Por el momento, el número de muertos asciende ya a 80, una cifra tristemente provisional porque los hospitales gallegos contaban anoche 35 heridos en estado crítico. Esto permite aventurar que el número de fallecidos probablemente aumentará en las próximas horas. La madrugada de ayer fue eterna y, con la llegada de la luz del día, fiesta nacional de Galicia, el descubrimiento del amasijo de hierros en el que se convirtió el tren en el acceso a Santiago de Compostela dejó las retinas noqueadas. EL VÍDEO Solo faltó el vídeo del accidente. A media mañana se difundieron las imágenes de la cámara de seguridad de Adif, el administrador de la infraestructura, del lugar del siniestro. Son 11 segundos. Suficientes para captar que el Alvia procedente de Madrid y con destino a El Ferrol iba demasiado rápido. El modo en el que se empina el segundo coche del S-730 e impacta contra el muro pone los pelos de punta. Después, vuela otro vagón y se ve una explosión, originada por los depósitos de gasóleo que lleva un tren híbrido de este tipo (que funciona con diésel en los tramos sin electrificar). Eso, sumado a la revelación del maquinista de que circulaba a 190 kilómetros en un tramo limitado a 80 por hora, puso en entredicho la impoluta reputación de las líneas de alta velocidad. El conductor del tren, Francisco José Garzón Amo, cogió esa velocidad en un punto en el que el máximo permitido es 80 kilómetros por hora. A la espera de que el juez le tome declaración y las cajas negras del tren suscriban esa confesión, el exceso de velocidad es la causa que toma más fuerza, a pesar de que algunos sindicatos de maquinistas señalaron que el siniestro podría ser resultado de una concatenación de otros motivos. En el impacto de las 20.41 horas del miércoles, Garzón resultó herido en un costado y con un fuerte golpe en la cabeza, además de rasguños por todo el cuerpo. Pero estaba perfectamente consciente. Por eso quien le acompañó hasta el hospital fue una patrulla de la Policía Nacional en vez de una ambulancia. efe efe   DERRUMBADO Según explicaron fuentes cercanas a la investigación, el hombre se derrumbó en el vehículo y no paraba de repetir: “Se me fue, se me fue, ha sido un error humano”. El trabajador de Renfe está detenido y acusado de 80 homicidios imprudentes. Anoche seguía en el hospital, custodiado. Aunque la policía no le interrogará oficialmente hasta hoy, el hombre ya evidenció en esa primera conversación extraoficial que era consciente de la causa del descarrilamiento. No obstante, ayer la prioridad para las autoridades judiciales era y es identificar a las víctimas, practicar las autopsias con la máxima diligencia y rigor para que no haya fallo alguno. De las 80 víctimas mortales, el Tribunal Superior de Justicia de Galicia había identificado hasta las 21.00 horas a 67 personas. Al resto se les tendrán que practicar pruebas de ADN para confirmar su identidad, un proceso largo y complejo por el mal estado en el que quedaron los 13 restantes, advirtieron fuentes cercanas a la investigación del siniestro. El titular del juzgado ya ha avisado de que su objetivo es atender a los afectados y a sus familias, que ayer peregrinaban hasta el polideportivo Multiusos de Sar de Santiago para tener noticias de los suyos y recibir apoyo psicológico. Hasta que no complete ese proceso, no interrogará al maquinista, aunque tiene el límite de 72 horas de detención. Las escenas de dolor en los centros sanitarios donde estaban los heridos y en el edificio Cersia, en el que los equipos de emergencia iban informando a los allegados se sucedían. A las pesquisas judiciales se suman también las emprendidas por la comisión de accidentes del Ministerio de Fomento y por las dos empresas públicas afectadas, Renfe y Adif. Las cajas negras que están en manos de las autoridades judiciales tendrían que arrojar luz sobre lo ocurrido y confirmar o no la velocidad inapropiada. Hay que tener en cuenta, tal como admitieron los técnicos del Ministerio de Fomento en el momento de la inauguración del trazado, en diciembre del 2011, que la curva previa a la bifurcación de A Grandeira, a solo cuatro kilómetros de la estación de Santiago, tiene un diseño complicado. El cambio de velocidad máxima permitida es brusco. Se pasa de 220 kilómetros por hora a 80 y, a pesar de que algunas fuentes ferroviarias consultadas por este diario insistieron en que la obligación del maquinista era conocer pormenorizadamente el recorrido que iba a realizar, todavía se desconoce qué le pasó por la cabeza para no adaptarse. A ese descenso abrupto se suma el cambio del sistema de seguridad a ASFA, que para más inri deja en manos del propio conductor la velocidad, ya que se trata de un dispositivo más anticuado del que habitualmente hay en las líneas del AVE. Y mientras los médicos de los distintos centros hospitalarios se preocupaban de los 94 ingresados, ni Fomento ni Renfe ni Adif quisieron ser demasiado explícitos sobre lo ocurrido. La operadora ferroviaria se limitó a asegurar que su tren había pasado una revisión la misma mañana del miércoles. Adif apuntó también que la infraestructura estaba en perfecto estado. La jefa de ambos, la ministra Ana Pastor, prefirió dedicar sus pocas palabras a recordar a las víctimas. La titular del departamento, de origen gallego, acompañó al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en el recorrido que hicieron por la zona del accidente poco antes del mediodía, junto a un afectado presidente de Galicia, Alberto Núnez Feijoo. El Gobierno autonómico, que desde el primer momento anuló todos los actos vinculados con la festividad de Santiago, decretó ayer una semana de luto oficial. El Gobierno central, tres días para el resto de España. Las muestras de pésame se reprodujeron en todas las instituciones del Estado. El rey Juan Carlos, acompañado de la reina Sofía, también se desplazó a Galicia para apoyar a los afectados de la catástrofe ferroviaria. Por la tarde, la zona de la aldea de Angrois, donde se produjo el siniestro del Talgo, fue un continuo ir y venir de vecinos y visitantes de Santiago, que se acercaban para ver los restos del lugar de la tragedia. Renfe encajó que desconoce cuándo podrá recuperar la circulación en la línea entre Madrid y Galicia, ya que no solo es un trabajo de grúas. Cuando los 13 coches estén fuera de la vía (cuatro cabezas tractoras, ocho unidades de pasajeros y una cafetería), habrá que valorar los daños en la infraestructura y en los sistemas de seguridad. No será un trabajo fácil. Y una vez se aclare si la responsabilidad fue del maquinista; si tuvo algo que ver el brusco decalaje que marca la hoja de ruta respecto a la velocidad máxima; si falló algún mecanismo... se enterrarán las víctimas, se curarán los heridos y las familias llorarán sus pérdidas. Entonces se planteará si se debe seguir el ritmo impreso por Fomento para que el AVE llegue a Galicia, una inversión cuestionada en una época de recortes pero a la que Rajoy y Pastor no quieren renunciar. Justamente por esa deuda con los gallegos, la de ofrecerles trenes con trayectos de viaje competitivos, se ideó esta mezcla de tren --el híbrido--, en una infraestructura con sistemas de seguridad combinados --ASFA y ERTMS-- y aprovechando el trazado de una curva de un recorrido anterior. Una mezcla fatal.

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