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Se vende piso. Razón: Bécquer

Un cartel con un teléfono preside la puerta de la antigua casa del poeta sevillano en la calle Conde de Barajas del barrio de San Lorenzo.Pasar a la historia del romanticismo cuesta 232.000 euros.

el 23 mar 2014 / 23:30 h.

15608705 Una de las pocas estampas medio becquerianas que quedan en el edificio la brinda uno de sus dos patios interiores. Uno de los ritos imprescindibles al pasear por la calle Conde de Barajas, con el paso acompasado al tañido de San Lorenzo, es el de contemplar la lápida conmemorativa que decora la fachada de la casa número 28, la que se alza hoy, casi totalmente reformada, sobre el solar del viejo caserón ya demolido donde nació Gustavo Adolfo Bécquer. Pero ayer, a esa emoción siempre un poquito melancólica de pasar ante lo que debió haber sido el museo del poeta –si Sevilla no fuese la ciudad del olvido–, se sumaba otra nueva: un cartel de se vende en la misma puerta, con un teléfono apuntado. Al otro lado de la línea estaba Jesús Fernández, propietario de una de las nueve viviendas en que se compartimentó el inmueble tras la rehabilitación integral de 1994, hace ahora veinte años, y que ahora la vende por 232.000 euros. Las posibilidades de que se aparezca por allí el fantasma del tipo de la perilla o de que le aniden unas golondrinas en el alero son absolutamente nulas: como cuenta Fernández –y como salta a la vista en un repaso al interior de la casa y a las habitaciones del piso en venta–, las hechuras del interior del edificio ninguna relación guardan con las de 1836, año del nacimiento del escritor:si lo de entonces era un típico caserón sevillano de gruesos muros, suelos de barro, siesta en la mecedora y patio con canario, lo de ahora es un diseño vanguardista donde la palabra vivienda es lo único que rima con leyenda. «Aunque alguna cosa sí que se ha conservado de aquella época en un muro y en los patios», precisa el dueño. Es cierto, tal y como se aprecia en esas zonas comunes, que algún aire se le ha querido dar, también como guiño moderno, al pasado del solar, aunque solo sea en el adoquinado interior, en las plantas, en la quietud. En realidad, por mucho que se hubiese podido conservar de todo aquello, las trazas del paso por allí de Gustavo Adolfo Bécquer seguirían siendo pocas, si no nulas. El poeta no paró quieto durante su corta vida:tres hogares distintos en Sevilla, luego Madrid, Soria..., para despedirse de la vida de forma involuntaria con 34 años. 15608706 La basílica del Gran Poder al otro lado de los cristales de la habitación. Pero están, al menos, las vistas. Desde las ventanas de la habitación principal se da uno en las narices con la cúpula de la basílica del Gran Poder, con la torre mudéjar de San Lorenzo detrás. «Es un sitio muy tranquilo, muy apacible. No se oye ni un ruido», dice el dueño del piso en venta. El suelo de barro es ahora losa de mármol. Si antaño hubo una cuerda verde de una persiana amarrada a unos barrotes largos hasta el suelo alrededor de la que danzaban dos moscas, ahora son ventanas de pvc con doble acristalamiento. La vieja puerta entreabierta dejó su sitio a otra de seguridad, y la bomba de calor mandó al asilo la copa de cisco y el más reciente brasero eléctrico. Aunque en la casa hay buenas estanterías y siempre puede uno llenarlas a rebosar con rimas y leyendas y literatura conservacionista. Pero lo que sí es absolutamente becqueriano es que, para subir a la segunda planta, donde se encuentra el piso en venta presidido por un banco de madera en su soleado descansillo, dispone uno en el patio de un ascensor panorámico totalmente acristalado. Un ascensor que bien evoca esos versos de Bécquer que afirman, enigmáticos: Yo nado en el vacío, del sol tiemblo en la hoguera, palpito entre las sombras y floto con las nieblas. Pues eso mismo, pero con botones digitales. Es una oportunidad de pasar a la historia del romanticismo sevillano, aunque esa haya sido siempre, para bien y para mal, la historia de un olvido.

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