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Seis horas llenas de magia, emoción y largas esperas

Un atropello en Pagés del Corro y una rama en la Alameda empañan una jornada festiva

el 05 ene 2010 / 16:22 h.

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Foto: Antonio Acedo

El cielo dio ayer una tregua para que los niños sevillanos pudieran disfrutar a lo grande de su gran día. Y así lo hicieron. Las calles de la ciudad se llenaron para ver a los Reyes Magos y a todo su séquito, que se dieron un auténtico baño de multitudes, pese a que llegó a acumular en algunos puntos un retraso de una hora, pero nadie se movió hasta que sus majestades pasaron. Pero la fiesta se empañó cuando, a la altura de Pagés del Corro, la madre de uno de los niños de la Cabalgata fue atropellada, según informó el 061, por la carroza de Parchís, en la que iba su hijo, al intentar subirse. La mujer fue trasladada al Virgen del Rocío por el 061 con traumatismo torácico, aunque estable, según un comunicado del servicio de emergencias sanitarias.

Ademas, en la Alameda hubo que desmontar parte de la carroza del Príncipe Caspián porque chocaba con la rama de un árbol, un incidente que recordó al ocurrido en Felipe II hace dos años, aunque con menos repercusión. De hecho, el cortejo continuó y no defraudó. La calle Porvenir era un hervidero de gente esperando que a las cinco de la tarde se abrieran las puertas tras las que aguardaban las 33 carrozas repletas de caramelos y golosinas. Dentro, el nerviosismo no era menor. Minutos antes de salir todos los niños estaban ya en sus respectivas carrozas. "Estoy muy nerviosa", decía Marta, de 11 años, pese a que es la cuarta vez que sale en la Cabalgata. Ella iba en la carroza de la Cenicienta dispuesta a tirar "caramelos y golosinas" a todos los niños. Como los beduinos para lo que la posibilidad de que lloviera no era ningún inconveniente, pues "si llueve llamo a mi familia para que alguno me traiga un chubasquero", explicaba Elena, nerviosa por salir por primera vez.

Los cánticos que resonaban en el interior de la nave, pronto se escucharon en la calle cuando el Heraldo Real que, como es tradicional, abría la comitiva a lomos de su caballo. Aplausos y serpentinas daban le daban la bienvenida y tras él la Estrella, que estrenaba carroza, guiando a los tres Reyes Magos durante las seis horas de recorrido.

Con ella comenzaba la lluvia de caramelos, la única que cayó ayer sobre Sevilla pese a las malas previsiones meteorológicas. Los paraguas se fueron abriendo, pero no para refugiarse del agua, sino como instrumentos con los que lograr más caramelos, aunque hubo incluso quien se llevó una caja. Hasta dos bolsas lograron algunos con esta vieja técnica del paraguas invertido, que no impidió que tras de sí la Cabalgata fuera dejando un dulce rastro.

El Nacimiento, con sus tradicionales villancicos, la Música, el aclamado Gran Visir o la carroza de Indiana Jones fueron de las primeras en salir a la calle. Con ellas llegaban otra de las novedades de este año: las bolsas de gusanitos y gominolas, que fueron lo más reclamado por los pequeños. Poco a poco fueron desfilando hasta que los beduinos anunciaban la llegada del primer rey: Melchor. "¡¡¡Qué bote Melchor, qué bote Melchor!!!", gritaban sus pajes, contagiando al público. Y Melchor botó, ordenando después a toda su carroza que se pusieran en pie para salir a la calle a lo grande y lanzando caramelos al cielo, una acción que repitieron casi todas las carrozas. Su salida fue una de las más aplaudidas e incluso emocionantes, pues algunas personas próximas a Melchor no pudieron contener las lágrimas al verlo sobre el trono repartiendo ilusión.

Tras el primer rey, fue el turno de clásicos como la Cenicienta, del curioso Segurito y la Maga de la Fantasía. Su carroza era una de las más espectaculares, pues al caer la noche se iluminó la nube que hizo de trono y una cortina de humo la envolvió.

Las cocheras se iban quedando cada vez más vacías a medida que los patrulleros de la Guadia Civil y de la Policía Nacional iban sacando a cada una de las carrozas. Egipto y los Cuentos de Narnia daban paso al segundo Rey: Gaspar, que hacía su salida al ritmo del We are the champions, que el entregado público coreó al unísono. El Patio de mi casa, Ya vienen los Reyes Magos o Susanita tiene un ratón fueron cantadas y bailadas en todas las calles del itinerario.

Baltasar cerraba la comitiva, con su láser de color verde, casi una hora después de que la Estrella iniciara el largo recorrido. Pero antes de él, tres de las novedades de este año: el Galeón de Andalucía; la carroza de la Aeronáutica, que conmemoró el centenario del primer vuelo de Tablada; y, por último, la que más llamó la atención, el coche de Bomberos con el que se quiso rendir homenaje al cuerpo. Sus sirenas, y los disfraces de los niños no pasaron desapercibidos. Como tampoco lo hizo, pese a no ser una novedad, los chocolates que Charlie lanzó desde la carroza de la Fábrica de Chocolate.

Con las 33 carrozas en la calle, y con escasa posibilidad de lluvia, llegaba el turno de disfrutar. "He cogido muchos caramelos", decía Antonio de 4 años, que pidió a Melchor un castillo. Como él muchos niños disfrutaron en todo el recorrido, aunque algunos tuvieron que esperar algo más de la cuenta, pues la comitiva llegó a acumular un retraso de casi una hora, que no recuperó a su llegada a Los Remedios, ya que el incidente de Pagés del Corro hizo que la Cabalgata estuviera parada unos 20 minutos mientras la ambulancia atendía a la herida.


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