Hay gente a la que le gustan los señoritos. A estos tontos, si se dicen de izquierda, les gustan los señoritos progres. Uno de estos papanatas que vive del presupuesto ha dedicado un panegírico pringoso a un menestral al que considera, agárrate, un renacentista. Todo el discurso y la hagiografía del personaje dan vergüenza ajena.
Es un almibarado pastel de cumpleaños dirigido a un tipo de personaje que no ha dado un palo al agua y que se ha aprendido los títulos de los discos y demás artículos de cultura que su saneada economía le han permitido comprar. Todo eso en el tiempo que les ha quedado entre sus discursos de turiferario de los cristos de la semana santa a los que mezclan con cineastas y demás extravíos.
No le falta un detalle a estos señoritos. Sus toros, sus cirios pascuales, sus tics autoritarios de quien cree necesario recordarnos "con quien está usted hablando". Cada vez que han hecho una incursión en lo público han dejado un reguero de desafueros, de destrozos en la economía de lo que le ha sido confiado, amparado en la tesis del señorito que consiste en que el dinero público está ahí para que él se lo gaste en lo que le parezca conveniente sin darle cuentas a nadie.
Y que no se te ocurra recordarles que deben ir al puesto de trabajo por el que recibe en su casa un sueldo mensual. Y que no se te ocurra decirle al señorito que el universo no gira en torno a sus caros caprichos que paga el contribuyente. Dios! que gente tan miserable. Y si quieres contamos detalles.
Abogado
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