Cultura

Sergio Olguín: "No escribo para los profesores"

el 23 mar 2010 / 20:16 h.

La procesión, con su banda de música, sus pasos...

Después de darse a conocer en España con su novela Lanús (2002), Sergio Olguín se ha hecho este año con uno de los premios más cotizados de nuestro idioma, el Tusquets, con su obra Oscura monótona sangre, en la que el escenario vuelve a ser Buenos Aires a la manera de catastrófico paisaje moral. “Trabajo con la realidad como materia prima”, explica el escritor. “Lanús era una novela de principios de los 90, que ya reflejaba la destrucción de los lazos solidarios entre personas y comunidades que vendría después. En Oscura monótona sangre todo eso ya está destruido”. 

 
La novela pone en el centro de la trama a un próspero empresario que un mal día mantiene relaciones con una menor prostituta. Este hecho desencadena una espiral de acontecimientos que pondrán en riesgo su posición social y hasta su vida. “En la narración aparecen los barrios ricos y las villas miseria, pero me parecía interesante trabajar con un señor burgués que comete un delito en un barrio pobre. Es decir, ir en contra de lo que los medios de comunicación suelen contar”, añade el escritor.

Olguín (Buenos Aires, 1967) es consciente de que todas las grandes ciudades tienen problemas de delincuencia y criminalidad, pero discrepa del modo en que esa realidad se expone en la prensa. “Lo que hay en el fondo es una gran injusticia social”, denuncia. “Si un muchacho lleva unas zapatillas Nike y otro lleva dos días sin comer, ésa sí que es una situación de violencia”.

Novela porteña por los cuatro costados, Oscura monótona sangre tiene claves que, según Olguín, “funcionan en cualquier parte. Lo que se cuenta podría transcurrir en México, Madrid o Berlín, porque aunque el lenguaje sea argentino hay cuestiones que hacen universales lo local”, añade el escritor, que cita entre sus influencias a Roberto Arlt, Osvaldo Soriano o Fontanarrosa... Y entre sus rechazos, a Ricardo Piglia y sobre todo a César Aira, “que me tiene podrido hasta el punto de que escribí una novela contra él. Creo que la carrera de letras le ha hecho mucho mal a la literatura argentina, y a muchos les ha cagado la vida. Si me gasto no sé cuántos euros en tu libro, carajo, por lo menos tómate la molestia de contarme una historia. Yo estoy en contra del academicismo, no escribo para profesores de universidad”, asevera.  

Resulta llamativo que, en la fecha final de la novela, Olguín diga que escribió Oscura monótona sangre en sólo tres meses. “Lanús era más larga y la escribí sólo en uno”, sonríe, y se decide a contar el secreto: “Trabajo con límites periodísticos. Cuando escribo vivo acompañado de mis personajes las 24 horas del día, para mí es como viajar, otra dimensión. He acabado aprendiendo a escribir en cualquier momento, por la mañana, por la noche, con mi hijo jugando sobre mis hombros, cocinando, en el descanso de un partido... Eso sí, sé por Hemingway que sólo escribo cuando sé lo que voy a escribir al día siguiente, así que jamás sufro el miedo a la página en blanco. Otro truco es que juego un rato a la computadora antes de escribir, a un juego como Age of empires, y siempre con banda sonora: en Lanús fue con Morcheeba, y en Oscura monótona sangre se fue colando La Mala Rodríguez”, apostilla.  

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