Este Sevilla hace un fútbol ofensivo, juega siempre con dos delanteros, marca goles, va a por más una vez logrados, busca al área contraria, intenta machacar al rival, tiene tres delanteros espectaculares, alas brillantes, y suma 16 puntos en la presente temporada. El de la campaña pasada jugaba mal, aburría a las ovejas, provocaba las iras del público, las críticas continuadas al entrenador, marcaba pocos goles y recibía menos, pero sumaba más puntos que el actual, 17 en los mismos ocho partidos. No es ninguna postulación hacia las filosofías futbolísticas, ni resultadismo ni bilardismo ni menotismo ni ‘jimenismo’ ni ‘juandismo’ ni gaitas, sólo son datos para tener en cuenta.
El caso, al fin y al cabo, es que este Sevilla, pese al empate de ayer, funciona igual de bien, afortunadamente, jugando tanto de forma un tanto tosca como de forma efectista. De diez partidos como el de ayer, posiblemente el Sevilla gane siete, sobre todo si tiene a Luis Fabiano y Kanouté junto a Negredo en el campo, acabe empatando dos y perdiendo alguno. Habría sido el caso si Callejón la mete entre los tres palos en el minuto 90.
Luego está el asunto de Ernesto Javier Chevantón, quinto delantero en la actualidad del Sevilla, que se mantiene en la plantilla porque no aceptó marcharse cedido, no porque la dirección deportiva ni técnica lo quisiera. Habría que hacer caso a aquel buen lema futbolístico: no hay que tener a los malos jugadores en la plantilla porque al final terminan jugando. Y terminan quitándole faltas en los últimos minutos de partido a uno de los delanteros estrella, de coste 15 millones de euros, cabría añadir. La falta que lanza el uruguayo en el minuto 93 de partido, en la última ocasión para marcar, es de análisis. A estas alturas de la película, con el jugador casi apartado tras algún que otro desplante ante el entrenador, con la cabeza no sé donde pero poco en el Sevilla –quinto delantero– mejor darle su sitio a algún canterano que al menos pueda ser provechoso en el futuro. Y que lance las faltas bien.
