Vaya por delante que es totalmente comprensible desde el punto de vista deportivo que Manolo Jiménez, en vista de una semifinal de la Copa del Rey que tiene encarrilada y que le puede llevar a su primera final como técnico y a la primera del Sevilla en los últimos tres años, haga las rotaciones que hizo ayer. Incluso son hasta cierto punto entendibles este tipo de derrotas cuando el Sevilla se lo juega todo a la Copa. Es inevitable dejar algo de lado la Liga.
Pero el caso es que esa no es la realidad del Sevilla. Su presidente, José María del Nido, ha dejado esta campaña más que claro que el objetivo principal es la clasificación para la Liga de Campeones, además de hacer un buen papel en la Copa y alcanzar, como mínimo, los cuartos de final en la máxima competición continental. Y, a día de hoy, ni el Sevilla ni Jiménez están cumpliendo su objetivo, porque el conjunto nervionense está en la quinta plaza de la Liga y por tanto fuera del objetivo. No hay duda de que alcanzar la final de la Copa del Rey, ganarla, alzar un título y acabar cuarto sería un éxito indudable. Pero a tenor de las premisas de la entidad, hacer lo propio sin acabar entre los cuatro primeros podría ser incluso un fracaso. No deportivo, pero sí económico. Lo que puede situar al Sevilla en la elite europea es la continuidad entre los más grandes. Lo que puede llevar la mayor de las alegrías al sevillismo es un nuevo título.
El caso de José Carlos se merece un análisis y una reflexión, como los centrocampistas del Sevilla. El canterano se entrena con el primer equipo, no juega con el filial, pierde ritmo, el club no interviene y, de pronto, tras una temporada sin minutos, ayer se encuentra con la titularidad, que no aprovecha, por cierto. Sea como sea, algo falla por ahora en la evolución de este chaval del que hablan maravillas. Como falla la medular de respuesto en el Sevilla. Duscher y Lolo no saben o no pueden darle el ritmo que necesita este equipo. Nota para el futuro.
