Pocas veces en la vida uno puede saber que iba a suceder lo que aún no había sucedido, de qué manera empezó lo que llenaría luego las primeras páginas de los periódicos, por qué se escogió una fecha que podría haber sido otra pero que fue la que fue. El 4 de diciembre de 1977 comenzó un mes antes en una habitación de unos 12 metros cuadrados. Se preparó calculando quién llamaría a quién para evitar la posibilidad de una negativa, cuando convocar la plataforma que agrupaba a todos, en qué momento habría de plantearse la propuesta, de qué forma hacer que todos la consideraran suya, el método de transmitirla a las demás provincias, a quiénes encargar el lema para la pancarta que encabezara la manifestación.
Todo quedó preparado y a punto gracias a la pacífica conspiración de unos pocos pero ninguno de ellos podía imaginar la marea humana que inundaría Sevilla aquella mañana neblinosa. Mientras la multitud se extendía más allá de la Puerta de la Carne y de la Enramadilla y en la esquina de los Jardines de Murillo se preparaba la cabecera, desde la Puerta de Jerez a la Universidad un centenar de individuos, encuadrados militarmente y llevando banderas de España, se aprestaban inútilmente a detener aquella ola cuya cresta eran unos niños sosteniendo otra bandera, la andaluza. Comenzaba el mayor levantamiento civil (quizás el único) de nuestra Historia. Fue en Sevilla.
Antonio Zoido es escritor e historiador