I. Comesaña
Un centenar de soldados españoles que han controlado la estabilidad de Kosovo durante los últimos cuatro meses, en medio de numerosos disturbios desde que el territorio declarara en febrero su independencia de Serbia, aterrizó ayer en el aeropuerto de San Pablo. Grupos de familiares recibieron a los soldados sevillanos ante la envidia de la mayoría, que debía seguir su camino hasta Ceuta.
Los 106 militares entraron en fila de a dos en la minúscula terminal de llegadas, y todos se llevaron un sonoro aplauso, pero sólo cinco o seis tenían a alguien esperándolos. La sevillana Ángela Villafaina, de 29 años, llegaba con una ilusión especial y no pudo evitar llorar cuando le pusieron delante a su sobrino Álvaro, nacido la semana pasada mientras ella cumplía su primera misión internacional. Apenas tuvo cinco minutos para disfrutar del bebé y de su familia, que la recibió con un ramo de flores, antes de unirse a los suyos para volver a la base.
Los mismos cinco minutos que tuvo Manuel Gordillo, de 28 años, a quien sus padres, sus hermanas y sus sobrinos vinieron a ver desde Badajoz antes de que retomara su camino hasta Ceuta, donde está destinado, en el cuerpo de regulares. Con diez años en el Ejército, ésta era su cuarta misión internacional y la tercera en la antigua Yugoslavia, tras una primera en Bosnia y otro viaje anterior a Kosovo. "Y mientras pueda se va a seguir yendo; no tiene novia aquí y no lo retenemos ni de broma", decía su madre, Soledad Álvarez.
Entre los recién llegados, bastantes extranjeros, como el colombiano César Arias, al que su novia Julieth, también colombiana aunque vecina de Utrera, besaba sin parar en el poco tiempo que pudo estar con él antes de que el legionario regresara a Ceuta.
La remesa de ayer eran 106 soldados, casi todos regulares y legionarios de la agrupación táctica de Ceuta -Skfor XIX- y unos pocos de la agrupación de apoyo logístico 21 de Sevilla. El resto, hasta alcanzar los casi 600 soldados que integran la misión de paz española en Kosovo, llegarán los días 14, 17 y 21 de abril también a través del aeropuerto sevillano, y serán relevados por un número similar de la agrupación táctica Baleares II.
"Ha ido muy bien, lo peor ha sido el frío, 20 grados bajo cero", resumía Tabaré Fernando Leite, de Tomares, que ingresó en la Legión en agosto y a los cuatro meses estaba en los Balcanes. Y eso que le tocó realizar controles de carreteras y patrullas de vigilancia no sólo en la zona de Istok, donde está la base española, sino en destinos tan conflictivos como Mitrovica, donde serbios y albaneses viven separados por un río, unido por un puente que controla el Ejército. "Alguna gente protestaba al vernos, pero los serbios están contentos porque España no ha reconocido la independencia de Kosovo, y los albaneses agradecen que estemos porque saben que si nos fuéramos la cosa se les pondría complicada, así que al ver la bandera española nos trataban bien".