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Sevilla en Borges

Aún no he hojeado ese Borges de la A a la Z recién editado para ver si en la C viene Cansinos o si Sevilla está en la S porque, además de ser un lector reiterado del ciego, tengo recuerdos imborrables de él. Uno es el de la prensa a su llegada a Madrid en la Transición, cuando le preguntaron si su maestro era Quevedo y contestó con gran desconcierto que no...

el 15 sep 2009 / 09:48 h.

Aún no he hojeado ese Borges de la A a la Z recién editado para ver si en la C viene Cansinos o si Sevilla está en la S porque, además de ser un lector reiterado del ciego, tengo recuerdos imborrables de él. Uno es el de la prensa a su llegada a Madrid en la Transición, cuando le preguntaron si su maestro era Quevedo y contestó con gran desconcierto que no, que era un tal Cansinos Assens joven y sevillano (joven cuando, allá por los años 20, lo conoció; la mayoría de los periodistas no lo conocían: Franco y algunos listos lo habían borrado). Otro es en Marraquech, en la puerta donde se ponen en fila los mendigos ciegos haciendo sonar las monedas de sus latas. Si hubiera llevado una cámara tendría ahora un Pulitzer.

El tercero es de una quincena después en Sevilla, posando con Torrente Ballester en la terraza del Hotel Doña María para que Juanjo -sin saber que su muerte en Panamá ya estaba escrita en una bala yankee- los convirtiera en patronos laicos de la Giralda (¿por qué ese cartel de la Menéndez Pelayo nunca figura en la iconografía de la torre?); el cuarto tiene su imagen la noche de ese día o del siguiente, entrando en la Plaza del Lucero por los callejones de la Macarena para ver oyendo a tío Juane, tía Anica la Piriñaca, María la Burra? en un espectáculo de la Bienal de Flamenco. Entonces supe que era el mismo ciego de Edipo: Tiresias. ¿Vendrá en la T?

Antonio Zoido es escritor e historiador

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