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Sevilla se paraliza para tomar las calles contra los recortes

La industria sevillana paró su producción y el pequeño comercio del Centro se sumó a una movilización donde se congregaron familias enteras con sus hijos.

el 14 nov 2012 / 16:51 h.

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  • Sevilla se paralizó, como hace siete meses, aunque la indignación ciudadana, que era grande aquel jueves de Cuaresma, traspasó la barrera de la simple paralización de la industria sevillana. Más allá de los históricos bailes de cifras de Gobierno y sindicatos, en el que la baliza se mueve entre porcentajes dispares y consumo de luz, el 14-N fue la plasmación de que la crisis y las reformas ha movilizado a un espectro mucho más heterogéneo de la provincia: a los habituales de la plataforma 15-M o los sindicatos convocantes se sumaron a la marea de malestar jubilados, funcionarios -hasta un 80% de la plantilla que compone el Ayuntamiento de Sevilla, según CCOO, rebajado al 29% por el gobierno local- y, en especial, familias enteras identificadas por padres y madres que protestaban con sus hijos, que llevaban a cuestas, de la mano o acomodados en sus carritos. Tampoco faltaron profesores, sanitarios y periodistas, gremios que han sido víctimas directas de los recortes.

    El epicentro de esa indignación se concentró en Puerta Carmona, lugar donde confluyeron las tres manifestaciones convocadas. A simple vista, hubo mucha más gente que el 29 de marzo. De eso a afirmar que fueron 140.000 manifestantes, como mantienen los sindicatos, puede ser cuestionable, aunque seguro que eran más que las 13.000 personas que cifró la Delegación del Gobierno. En los porcentajes tampoco hubo acuerdo: 82% de trabajadores secundaron la huelga, según los sindicatos, respecto al 30% que esgrimían desde el Gobierno central.

    A sabiendas de que ese misterio es difícil de resolver, la vara de medir se focalizó en una actividad que sí se vio mermada. El primer punto, como es costumbre, aconteció de madrugada a las puertas de Mercasevilla, que paralizó por completo su actividad y, por lo tanto, la mercancía no llegó a las tiendas y plazas de abastos. También se pararon por un día las obras de la Torre Pelli, símbolo del sector de la construcción en Sevilla, mientras que referentes de la industria sevillana, caso de Renault, EADS-Casa, Heineken, Danone o Alestis secundaron el paro.

    Mientras, el Corte Inglés de la Plaza del Duque abrió las puertas con un blindaje policial y ante el griterio de centenares de manifestantes, pero sin los incidentes que se sucedieron en marzo. Sólo proclamas contra las reformas del gobierno central y lectura de la reciente sentencia del Tribunal Supremo contra esta gran superficie por "limitar el derecho a la libertad sindical y la huelga".

    A su alrededor, las tiendas del Centro cerraban al paso de los piquetes informativos. Algunas decidían abrír de manera tímida en cuanto se alejaba la protesta, sobre todo en el caso de las grandes firmas, porque parte del pequeño comercio decidió esta vez dejar la persiana bajada. En cualquier caso, no era un jornada para hacer mucho negocio, salvo tal vez para el sector de la hostelería.

    El escenario dista mucho del aludido por los empresarios. La patronal sevillana (CES) aseguró que la incidencia del 14-N fue "nula" no sólo en el comercio, sino en las empresas de alimentación, las gasolineras y el sector de hostelería. En ese sentido, los negocios sí que funcionaron con cierta normalidad en barrios de la periferia de la capital.

    La CES también destacó la calma vivida en los polígonos, si bien la Asociación de Parques Empresariales de Sevilla (APES) concretó que había actividad "reducida" en Calonge y San Jerónimo y "moderada" en El Pino, mientras que en el Polígono Store aseguraron que había empresas que estaban trabajando "a puerta cerrada". Por su parte, la patronal de la construcción (Gaesco) tildó de "mínima" la repercusión de la huelga y justificó su razonamiento en que la mayor parte de las obras de Sevilla y su provincia "se encuentran paradas desde hace semanas por la falta de pago por parte de las administraciones públicas", destacando entre ellas a la Junta. Al hilo de ello, tanto Gaesco como la CES denunciaron que sus sedes amanecieron con pintadas y cerraduras rotas, actos de los que se desmarcaron rápidamente los sindicatos. Y la Confederación de Empresas del Comercio Andaluz (CECA) reprocharon a los sindicalistas que colocaran pegatinas en escaparates.

    Si el empresario insiste en unos actos vandálicos en los que apuntan a los convocantes de la huelga, estos por su parte denuncian la "excesiva" presencia policial, no sólo en la protesta, sino en aquellos enclaves donde se calibra el seguimiento de una huelga en Sevilla, como Mercasevilla o Torretriana -que alberga las plantillas de al menos cuatro consejerías de la Junta de Andalucía-. "No sé qué pretende el Gobierno con esta intimidación", se preguntó el secretario general de CCOO-A, Francisco Carbonero, que acudió a la protesta de Sevilla con su homólogo en UGT, Manuel Pastrana, que calificó de "inaceptable" un dispositivo policial "que tiene tomado Andalucía". A esa movilización se sumaron dirigentes políticos de izquierdas, como el vicepresidente andaluz, Diego Valderas (IU); el vicesecretario general del PSOE-A, Mario Jiménez; o el presidente de la Diputación, Fernando Rodríguez Villalobos.

    Donde sí hubo entente cordial fue a la hora del cumplimiento de los servicios mínimos. El Ayuntamiento y los sindicatos indicaron que se cumplieron estrictamente en Lipasam y Tussam, aunque en este último sufrieran la avería de varios autobuses que volvieron a cocheras y afectó al desarrollo de los servicios mínimos. Además, desde el Consistorio se apuntó que 15 autobuses más se incorporaron ya a la tarde, lo que implica la mejora de la frecuencia de paso pactada para la huelga de entre 20 y 30 minutos.

    Pero si el 14-N se diferencia de otras huelgas es porque la paralización no sólo es económica sino social. El 82% de las clases de la Universidad Pablo de Olavide no se celebraron y hubo institutos, como el San Isidoro, en el que "se roza el 100%" de paro de profesores, que CCOO cifró en un 65% en el conjunto de centros educativos de Sevilla. En los centros sanitarios, los sindicatos rebajan la cifra a un 50% de paro, aunque no afectó a la actividad, según indicaron a Europa Press pacientes de los centros de salud y hospitales de la provincia.

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