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Sevilla sí que es 'jevi'

Hay 2.000 jóvenes en esta ciudad que pasan de la política y de ir al peluquero. Tienen sus propios dioses y pese a adorar el negro, flipan en colores cuando es viernes. De ellos, sólo 500 son mujeres.

el 12 mar 2010 / 21:18 h.

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"Vi-va el cali-mocho." A ritmo del We will rock you de Queen, cientos de metaleros, entre los que se encuentran Ángel Guede, Tatiana Artacho y Daniel Serrano (de 22, 21 y 30 años), se reúnen cada fin de semana en sus rincones predilectos de la ciudad: la Alameda para salir y el Polígono Calonge para los conciertos. Son una tribu humilde, por eso lo de mezclar vino con resfresco mientras gritan a pleno pulmón el que ya se ha hecho himno de este grupo de jóvenes que alcanza la nada despreciable cifra de los dos mil ejemplares en la provincia.

En sus Ipods suenan Manowar y Barón Rojo; en sus armarios sólo hay ropa negra, vaqueros estrechos, camisetas de grupos y chupas de cuero. El destinatario de sus oraciones no es Jesucristo, Buda o Alá, sino Odín (el dios de los vikingos)  y By. Casi ninguno de ellos cree en el matrimonio, y mucho menos en la política, pero, eso sí, todos ven el sexo como algo natural. Son amantes del heavy metal, una tribu de melenudos que tiene gran parte de sus esperanzas puestas en el acondicionador y la mascarilla capilar. "El pelo largo es nuestro símbolo de identidad. Nunca me sentiría atraída por un hombre que llevara el pelo corto", admite Tatiana, cuyo novio, con el que lleva más de dos años, también es, qué si no, heavy.

Tatiana es una de las excepciones, pero la radiografía social de este singular grupo muestra que entre ellos no hay grandes lectores, aunque sí apasionados a los juegos de rol. "Antes, en los 80, los heavies eran drogadictos y mujeriegos; ahora somos frikis a los que de pequeños sólo por llevar gafas nos pegaban en el colegio". Quizás por esa misma razón, por la necesidad de sentirse protegido, el primer amante del rock duro decidió unirse a otro más, dejarse el pelo largo y autobautizarse como heavies.

Enfundado en sus pantalones de cuero y sus botas militares, Ángel compagina su intensa vida social con la dirección de Pragma, una serie que plantea un futuro alternativo. Sí, son jóvenes comprometidos pero indolentes al mismo tiempo: "El mundo se va a ir al carajo", dice Ángel, "La culpa la tenemos nosotros", le sigue Tatiana, "Yo no creo en nada, tengo mis propios valores, y en ellos me baso día a día", concluye Daniel, un informático más conocido como Daniby.

Ella estudia Filología Inglesa, y vive en la Macarena, como Dani. Ángel vive en El Juncal. El heavy metal llega con más fuerza a las clases populares. Desde que naciera esta tribu urbana, durante la década de los 70, no ha sufrido grandes modificaciones estéticas: la camiseta de Iron Maiden está tan extendida como prenda estrella entre ellos que ha pasado a convertirse en su segunda piel. Pero de la violencia que los caracterizaba entonces, queda ya muy poco. Hoy su lema es Vive y deja morir, y aseguran ser pacifistas y platónicos.

Al llegar la noche, salen como vampiros al Gilles de Rais, el Tornillo Rock o el Matakas. La cultura musical los une y serán parte de la tribu hasta la muerte (algo que no temen). "El metal es eterno", sentencia el joven Ángel.

De utilidad:

Qué: Tribus urbanas: los heavies.
Cómo reconocerlos: Son melenudos y van de negro de los pies a la cabeza: con camisetas de grupos, chupas de cuero y botas militares.
Dónde van: Se mueven por el río, la Alameda y el Polígono Calonge. Sus bares son Tornillo Rock (Ronda de Pío XII, esq. Avda. Miraflores), Gilles de Rais (Crédito, 24) y Matakas (Matahacas, 23).
Qué escuchan: Heavy metal en grupos como Barón Rojo o Lujuria (nacionales), y Judas Priest, Manowar o Metallica (internacionales).
En qué creen: En ellos mismos, en sus seres queridos, y en el poder de la música más metalera sobre todo.

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