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Sevilla, sin copyrights

Mi querido amigo Javier Aroca va a permitirme que le dé la mano a su columna de ayer para tomarme el pie de ésta. Le decía al cochero que era dasquí y con eso puedo reclamar para Sevilla el invento de los lenguajes "de afición".

el 15 sep 2009 / 00:25 h.

Mi querido amigo Javier Aroca va a permitirme que le dé la mano a su columna de ayer para tomarme el pie de ésta. Le decía al cochero que era dasquí y con eso puedo reclamar para Sevilla el invento de los lenguajes "de afición"; eso y que anoche ví una película italiana donde a los proletarios de Turín los doblaban con dialecto madrileño. En las convulsiones del siglo XIX se parieron en Triana o San Bernardo términos como brocho, guillabaores, mogón, abanto, jambo, afillá, sardo, zaíno?que provenían de sabe Dios dónde, una jerga para establecer la diferencia entre el aficionado y quien no lo era, para hallar plasmación gramatical a los reinos melancólicos de este mundo.

Como en España la Revolución Industrial no venció a la melancolía, las aficiones no se pararon en el flamenco o la tauromaquia sino que se extendieron al arte de disponer, adornar y llevar pasos con estilo y léxico propio (llamarse, corriente, costero, manigueta, encañar, palermo, trabajadera?) y continuarían en lo concerniente a romerías y peregrinaciones a donde se va con equipaje tan rico en proteínas y vitaminas como en palabras y giros incomprensibles para los no iniciados (raya, ajolí, palacio, marlo, volverla, pocito?) Todas son de acuñación sevillana aunque Sevilla no haya reivindicado el copyright de esa jerga. Un error porque podría ser nuestra particular oposición a la de Bill Gate.

Antonio Zoido es escritor e historiador

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