"Hace mucho frío. Tengo los labios quemados y estoy deseando llegar a casa para beberme un vaso de leche caliente con miel y sentarme en el brasero", asegura Raúl Campos, un joven operario que empieza su jornada laboral. Tras un deprimente fin de semana y un lunes gris, el día de hoy continúa con la misma tónica climática. El frío ha llegado para quedarse y, según las previsiones, no tiene intención de irse en todo lo que queda de semana. "Odio salir de casa con esta temperatura, estoy apática. Quiero ver el Sol", declara entristecida Lucía López, estudiante universitaria. Sara Botello, camarera, asegura mientras sirve el café a la clientela que "el frío se combate con ropa, pero el calor, por mucho que te quites, no se puede aguantar. Mírame, voy en manga corta".
A la salida del bar un grupo de cinco hombres que trabajan unas obras cercanas debaten, entre cigarrillo y cigarrillo, sobre el estado de las carreteras de los pueblos de la periferia de Sevilla. Luis Benjumea es el más clarito: "¡Qué frío hace hoy! Con este tiempo cada vez te sientes más acobardado. Yo soy de Alanís, y allí están con alerta por nieve. Vaya tela, es lo que faltaba". Alfonso le replica: "Pues en mi pueblo ya hay aguanieve. He tenido que quitar la escarcha del parabrisas del coche".
"Hace mucho frío, por eso traigo cuello alto. Estoy todo el día pegada a la estufa", confiesa por su parte María, que trabaja de conserje. Son las siete de la tarde, ya es de noche en Sevilla. Las temperaturas que al medio día alcanzaron los 12 grados ahora caen hasta los 5. El personal está ya de recogida, con lo que las calles se empiezan a llenar de viandantes que se entremezclan en unas calles que a estas horas son un escenario oscuro y húmedo. El que más y el que menos se apresura a coger su habitual medio de transporte para escaparse y llegar a casa lo más pronto posible.
El problema de estar en la calle es que aquí hace más frío todavía, por lo que cada uno se busca la vida como puede. Alejandro Mulero, por ejemplo, lo tiene claro: "Me pongo a tope el aire en el coche, y por la mañana además me tomo mi copita de anís para poder aguantar la jornada". María González, por su parte, intenta verle el lado positivo a la situación: "Al menos no llueve y no se forman los atascos que te hacen llegar a casa a las tantas".
El frío ha sido y seguirá siendo estos días el principal tema de conversación entre los sevillanos. Los que siempre presumen de tener un invierno cálido han visto cómo el Sol de enero desaparece de repente para dar lugar a nublados y vientos propios de zonas norteñas. "La suerte que tenemos es que esto dura días contados. No cambio el tiempo de Sevilla por nada del mundo", dice Luisa Romero.
Así que sólo nos queda tomarlo con mucha filosofía y buen humor, porque aunque parezca mentira, el frío tiene cosas buenas, por ejemplo, estrenar los chollos de las rebajas. Pero eso sí, mucho cuidado con los resfriados.