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"Sevilla y yo estaremos siempre unidos"

El cardenal Amigo se despide del alcalde, que le tributó una cariñosa despedida con sorpresa incluida: las sevillanas del Adiós.

el 11 nov 2009 / 15:56 h.

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El buen hombre hizo enormes esfuerzos por no derramar alguna lagrimilla en público, pero le delataba un extraño temblor de barbilla. El cardenal Carlos Amigo apenas pudo disimular ayer la emoción cuando, a la salida del Ayuntamiento de una despedida protocolaria con la Sevilla institucional, la Banda Municipal comenzó a interpretar en su honor los compases de las sevillanas del Adiós, las mismas que despidieron a Juan Pablo II en sus visitas a la tierra de Sor Ángela y que tanto gustaban al Papa polaco.


Desde las escalinatas de la Casa Consistorial, en compañía del alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, del ex alcalde Manuel del Valle y de la delegada de Fiestas Mayores, Rosamar Prieto-Castro, el cardenal aguantó estoicamente, con un nudo en la garganta, las cuatro sevillanas que popularizaron los Amigos de Gines, un homenaje musical en la hora de su jubilación al que se sumaron espontáneamente algunos sevillanos con palmas a compás. Rodeado de numerosos viandantes que se acercaron a saludarle, el cardenal confesó haber vivido una “sorpresa gratísima”. “He tenido que hacer unos esfuerzos enormes porque todo esto, improvisado, todavía te llega más hondo y me he sentido como si estuviera junto a todos los sevillanos y sevillanas aquí juntos bendiciendo a Dios”, señaló Amigo con la banda sonora de fondo del pasodoble Puenteareas, nombre del pueblo gallego en cuyo convento franciscano pasaba sus temporadas de verano. “Todas estas cosas ahondan todavía más ese afecto a Sevilla, pero estaremos siempre unidos”.
En su paseo de regreso hasta el Palacio Arzobispal, Carlos Amigo recibió múltiples muestras de cariño popular. Numerosos sevillanos le abordaron para estrecharle la mano y desearle buena suerte en su nuevo retiro en la capital de España. “Monseñor, usted tenía que haber dido Papa”, le espetó una señora.


El hombre que pastoreó 27 años a la Iglesia de Sevilla ya conoce su nueva morada madrileña. “Es una vivienda muy sencilla, lo suficiente para la vida que deseo llevar, que quiero que sea lo más sencilla posible en la medida en que me dejen, porque ya hay varias cosas en las que están dispuestos a que no me quede todo lo tranquilo que yo deseara”. Lo dice el cardenal porque ha sido confirmarse su jubilación y llenarse su agenda de compromisos lejos de Sevilla. “No digo que ocasionalmente no pueda volver, pero en un principio...”.


¿Y ha sacado el cardenal alguna conclusión en estos días como nuevo arzobispo emérito? “Ninguna que no supiera: que Sevilla es generosa en estos aspectos. Lo que he notado es mucho afecto, grandes sentimientos de gratitud, y en realidad el agradecido tengo que ser yo porque he dado un poco y he recibido mucho”. Así es Amigo.

Nunca se le había visto llorar en público. Hoy tampoco lo ha hecho pero ha tenido que hacer grandes esfuerzos para aguantar las lágrimas. El cardenal Carlos Amigo se ha despedido esta mañana a las puertas del Ayuntamiento de la Sevilla oficial a los compases de las sevillanas del Adiós, las mismas que despedieron a Juan Pablo II en sus visitas a Sevilla y que tanto gustaban al Papa polaco.

Después de ser recibido en el Ayuntamiento por el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, por el ex alcalde, Manuel del Valle, y la delegada de Fiestas Mayores, Rosamar Prieto-Castro, el cardenal recibó la sorpresa de una despedida musical a cargo de la Banda Municipal. Para él sonaron las sevillanas del Adiós y el pasaodoble Puenteareas, localidad gallega en cuyo convento franciscano pasaba sus temporadas de verano.    

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