Menú
Local

'Sexo': ¿Sexo? pero que esté fresco

el 03 feb 2010 / 21:33 h.

TAGS:

Aunque sea por unos pocos minutos, seamos sinceros: por más que vivamos en una sociedad progresista y liberal, que en teoría no censura ninguna condición sexual, lo cierto es que este mundo en el que nos movemos sigue (y seguirá por  mucho tiempo) aplaudiendo las manifestaciones de libertad sexual por un lado, mientras que se ruboriza y las condena por el otro, rechazando de pleno todo aquello que se salga de lo que está establecido como “normal”.

La hipocresía y el cinismo que de este tipo de actitudes se deriva es la que provoca, y es algo que Gaspar Naranjo deja muy claro en la dedicatoria que abre Sexo, que a la gente le parezca más obscena la imagen de un pene que la de una pistola. Para evitar tales miradas, ancladas en un pasado que se antoja casi medieval, Naranjo nos regala un pequeño volumen de claro matiz fetichista en el que, sin  pudor y con muchísimo desparpajo, el artista manchego arremete de frente contra esas miradas que se escandalizan ante la visión de, por poner un ejemplo y llamando a las cosas por su nombre,  una pareja de amantes follando como descosidos.

Para ello, Naranjo cambia en cierto modo de registro con respecto a su anterior obra, la minimalista De cómo te conocí, te amé y te odié (Viaje a Bizancio Ediciones. 12 euros). Si en este singular y entrañable tebeo el artista nos narraba las fases de eso que llamamos enamoramiento, narrando con ternura el encuentro y desencuentro de una pareja, en Sexo, el artista se centra en la parte central de las relaciones, en el amor y su plano más físico y sudoroso.

Y lo hace sin dejarse fuera ninguna práctica, por dolorosa o esperpéntica que pueda parecer a unos ojos pueriles: en el librito rojo hay lugar para todo, desde la heterosexualidad a la homosexualidad (ya sea entre hombres o mujeres, o entre mujeres y ¿sirenas?), pasando por un completo rosario que incluye la necrofilía o la zoofilía. Lejos de resultar ofensivo o soez, Naranjo consigue con sus monigotes (dibujados con cuatro líneas y un círculo) y sus muchas pollas, tetas, coños, enculadas, mamadas y consecuentes corridas, provocar la carcajada continuada en el lector, logrando al tiempo que entre tanto sexo, haya espacio de sobra para la crítica y la reflexión acerca de una práctica que lleva fascinando a la humanidad desde el momento en el que el primer primate miró hacia abajo, vio lo que tenía entre las piernas, se lo tocó y tuvo un orgasmo que lleva perpetuándose millones de años.

Edita Edicions de Ponent en un libro en rústica de 104 páginas en color por 14 euros.

  • 1