Local

Si Jiménez y Marcelino conviven

No lo descarten ni mucho menos. Marcelino García Toral, u otro de los entrenadores de moda que gustan a la dirección deportiva del Sevilla, podría coexistir con Manolo Jiménez, porque el actual técnico ha dejado caer en el club, a hombres del club, que en un momento dado tampoco le importaría volver...

el 15 sep 2009 / 02:35 h.

No lo descarten ni mucho menos. Marcelino García Toral, u otro de los entrenadores de moda que gustan a la dirección deportiva del Sevilla, podría coexistir con Manolo Jiménez, porque el actual técnico ha dejado caer en el club, a hombres del club, que en un momento dado tampoco le importaría volver a sus orígenes, es decir, a entrenar al filial, ya que entre otras cosas se considera un hombre de la casa y con contrato en vigor. Todas estas posibilidades que se abren implican muchos cambios o posibles cambios de peones que, lógicamente, inquietan en la entidad y, sobre todo, a las personas que pueden verse afectadas. En primer lugar al propio Jiménez, que por supuesto que quiere seguir en el primer equipo, y si continúa, algo realmente improbable en estos momentos, quiere remodelar en profundidad el cuerpo de ayudantes que tiene actualmente, en el que sólo seguiría Calderón, su compañero de viaje en la etapa del Sevilla Atlético. Nacho Oria, actualmente en el filial, subiría al primer equipo con o sin Ramón Orellana, porque tampoco se podría descartar que, como en la etapa de Juande Ramos y Marcos Álvarez, en el primer equipo compartiesen mando en plaza en la parcela física dos hombres. Pero si es capaz de tragar con coger de nuevo al filial, al que habría que buscar acomodo es a Fermín Galeote, que lo está haciendo razonablemente bien en el segundo equipo pese a que tiene mareada a media plantilla, que entrena con el primer equipo tres o cuatro días por semana, algunos de ellos para nada. El argentino Perotti, sin ir más lejos, no entendía esa situación y habló incluso con el propio Jiménez, que le hizo ver claramente quién manda. Todo este follón tiene nerviosos a muchos de los técnicos de la entidad que no ven el futuro claro y que de algún modo quieren saber por dónde van los tiros. El conflicto no tiene fácil arreglo porque realmente hasta que no termine la temporada, y se sepa dónde queda el primer equipo, no se va a poder saber qué pasará con las personas que directa o indirectamente dependen de esos resultados.

El poder de Villar. El Betis, por boca de su jurista Manolo Castaño, sigue con la justa idea de presentarse en un tribunal de justicia para reclamar la reanudación del partido suspendido ante el Athletic Club de Bilbao, que, por la cara, un ex jugador vasco que manda en la Federación, lo ha dado por perdido en beneficio del conjunto bilbaíno de sus amores. Pero en estos últimos días los intereses del Betis han sufrido un serio revés en lo anímico. En la entidad verdiblanca tenían la esperanza de que el pulso entre Villar y el Gobierno de Zapatero acabara con el triunfo del Ejecutivo, lo normal, pero resulta que quien ha ganado el pulso es Villar, y que las elecciones serán a su manera y, sobre todo, cuando él quiera. Ante el temor de que Villar, crecido en su verdadera guerra, le haga más daño al Betis, también se piensa tender algún puente de diálogo con el mandatario de la Federación por si sigue más años, algo que ya nadie puede descartar visto lo visto.

El Cajasol y la Federación. Otro club sevillano anda algo turbado con el comportamiento de la Federación Española de su deporte, en este caso la de baloncesto. El resultado es el mismo que con el Betis: que el Cajasol, con o sin razón, se siente maltratado, aunque los motivos de este problema tienen un origen muy diferente al que atañe al conjunto futbolero. El problema es que entre los que mandan en la Federación, el poder sevillano, que ha estado muy vinculado al club por razones obvias, no se entiende bien que cada vez haya más gente de 'fuera' en puestos de responsabilidad de la entidad. Un problema de 'familias' y de reparto de poderes que ha provocado ciertos malentendidos con ramificaciones incluso en la política doméstica. Nada que no se pueda arreglar con un par de telefonazos a los lugares adecuados.

  • 1