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"Si la Iglesia está sucia es culpa de los que no se han purificado"

El cardenal de Sevilla pronunció en Valladolid, su tierra natal, un sermón en el que defiende a la Iglesia frente a los clérigos pederastas.

el 03 abr 2010 / 10:48 h.

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Carlos Amigo en su sermón de Valladolid.

Miles de ciudadanos abarrotaron la plaza Mayor de Valladolid para escuchar el tradicional y singular Sermón de las Siete Palabras el Viernes Santo, pronunciado en esta ocasión por el cardenal emérito de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, quien se refirió en su prédica a la importancia actual de la Iglesia, sobre la que señaló que si está "sucia" no hay que culpar a la institución "sino a la incuria de quienes no se purificaron de sus pecados".

Amigo hizo referencia a la situación actual y utilizó el símil del cardenal Marcelo González Martín en el que comparaba la Iglesia con "un mantel que se pone sobre el altar, que es Cristo, para ofrecer el sacrificio a Dios". "Si los manteles están sucios, no eches la culpa de las manchas a los manteles sino a la incuria de quienes los pusieron que no se purificaron de sus pecado", señaló.

Durante su alocución, el arzobispo emérito de Sevilla consideró que no es "justo" exhibir "algunos tropiezos de los cristianos como trofeos a una batalla ganada a la Iglesia", una institución que está "viva", es "valiente" y "joven" y que, además, mira con "serenidad al pasado y no tiene miedo al futuro".

Así, Amigo llamó a los miles de ciudadanos congregados a que proclamen en el ámbito público y privado que "Cristo vive", ya que, a su juicio, existe una especie de "autoexilio acomplejado" por "inseguridad" en la fe.

El Sermón de la Siete Palabras se desarrolló con total normalidad después de que los jinetes a caballo llamaran a toda la ciudad para que acudiera a oír, a las 12.00 horas, la reflexión sobre las siete palabras que Jesús dijo en otros tantos momentos de Pasión.

Una vez allí, Carlos Amigo comenzó su prédica, que se prolongó durante una hora y quince minutos, y además lanzó una de las proclamas más críticas al referirse a las relaciones entre padres e hijos y donde señaló que "asusta y conmueve" que haya "padres que prefirieron que el hijo naciera muerto antes que recibirlo y llenarlo de amor en sus brazos".

"¡Cuántos huérfanos de padres vivos!", exclamó el cardenal, quien consideró que "cuando se olvida ese amor tan grande del matrimonio, la familia y la vida, desde su concepción hasta la muerte, la auténtica felicidad se aleja cada vez más".

Asimismo, se refirió a los avances científicos y técnicos "deslumbrantes en defensa de la vida y, al mismo tiempo, la mata". "El hombre que domina la naturaleza y que la destruye, capaz de conquistas sociales y conflictos laborales, precariedad del empleo, paro y marginación social", señaló.

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