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«Si me sacan de casa, moriré»

"Seis billetes de 50 y uno de 20". Haga la cuenta. Es lo que cobra Mercedes Domínguez a sus 79 años. Sus ingresos y la renta no contributiva de su hija les da de comer a ellas y a sus cuatro nietos.

el 16 sep 2009 / 00:15 h.

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"Seis billetes de 50 y uno de 20". Haga la cuenta. Es lo que cobra Mercedes Domínguez a sus 79 años. Sus ingresos y la renta no contributiva de su hija les da de comer a ellas y a sus cuatro nietos. Los dos mayores no tienen trabajo. Mercedes cumplirá el Viernes Santo 80 años, "el día que me quieren echar a la calle". "Menuda penitencia", dice. Ella es uno de los nueve vecinos del bloque 2 de San Juan de la Cruz que deben ser realojados, según el Ayuntamiento, en unas semanas. Urbanismo asegura que la estructura de su bloque no aguanta más. Sin embargo, tanto Mercedes como muchos de sus vecinos exigen que les garanticen que volverán al barrio cuando reconstruyan sus pisos y que lo harán con el mismo alquiler: 1,8 euros. Mientras, no se moverán. El culebrón de la rehabilitación de estos 18 bloques ha superado el episodio un millón -tras años de lucha vecinal-, pero habrá nueva temporada. Sus protagonistas, 4.500 vecinos, prometen que no cejarán en su lucha.

Con las papas con carne y los potajes en el fuego, en apenas diez minutos se reunieron ayer a las 13.00 horas una treintena de vecinos (la mayoría mujeres) de Regiones Devastadas -el nombre más apropiado para un barrio que parece un plató de cine bélico- ante el número 2 de San Juan de la Cruz. Querían expresar su desconfianza ante las promesas de los políticos.

Y con razón: "Hace años que nos prometieron que nos venderían los pisos por 300.000 euros y todo fue mentira. Ni nos recibieron los del ministerio". "Quieren sacar dinero con los bloques nuevos porque ésta es una buena zona y piensan que muchas de nosotras no vamos a volver". "No somos borregos. No nos vamos a ir a cualquier sitio y sin saber si podremos pagar o no las nuevas casas". "Harán un chanchullo otra vez, sacarán dinero y perderemos lo que tenemos. Éste es un barrio unido, es nuestra vida". María Teresa, Carmen, Trinidad, Gertrudis, Manuel, Francisco, Rafael, Josefa, María del Carmen, Antonia, Mercedes... Todos reclamaron ayer "información transparente".

Por ejemplo, los informes técnicos municipales que indican que hay que realojar ya el bloque 2. Antonia Espinosa vive allí desde el 17 de agosto de 1957 (dos días después de inaugurarse estos 210 pisos, diseñados para unos militares que nunca llegaron) y asegura que en su casa "ni hay grietas ni agujeros". El número 12 sí que está apuntalado, pero aún no se ha anunciado el desalojo.

"Me muero si me hacen salir de mi casa. No sé de leyes ni leer, ¿cómo voy yo a resolver esto?", se lamenta Antonia. Tiene 80 años, vive sola y está enferma, pero rebosa fuerza. "Anoche no dormí. Me dijeron que me tenía que ir a Ramón Carande y no quiero". Pese a sus problemas de corazón, su diabetes y su frágil visión, Antonia no renuncia a sus paseos por el barrio y, sobre todo, a la compañía de sus vecinas. No quiere abandonar el escenario de su vida. "Puede que algunos pisos estén mal, pero no es para derribar todo el bloque ya. Lo que pasa es que así le sale más barato al Ayuntamiento", denunciaba otro vecino.

Por si fuera poco, Mercedes Domínguez, una de las más veteranas del reparto, asegura que Emvisesa le ofreció un piso en Ramón Carande de dos dormitorios, "cuando vivimos seis en mi casa". Viven "apretadísimos", pero por lo menos sus bien aprovechados 50 metros cuadrados dan para tres dormitorios. "No sólo en la India hay chabolas. Basta con entrar en nuestros bloques para encontrarlas", denunciaron.

De los nueve vecinos del número 2, tres parecen dispuestos a apartarse del guión, esto es, a marcharse ya a las viviendas sociales de Ramón Carande. El resto espera que el Ayuntamiento les garantice que volverán a su barrio sin pagar más de lo que pueden. "En el piso de Mercedes siempre han vivido el ciento y la madre -hasta diez nietos- y, de repente, le dicen que se tienen que ir, que lo tiran, que corren peligro. No se puede atemorizar a las personas así". Coral Vera, responsable de la asociación de vecinos, era una de las personas que criticaba ayer la actuación municipal. "Necesitamos más información y que no cambien tanto de interlocutor y de versión. Deberían poner en marcha la oficina para recoger los datos de cada familia y, después, concretar el proyecto. Se están precipitando", apuntaron Coral y Francisco Rodríguez, quien aportaba ayer con simpatía el sosiego y la racionalidad que le faltaba a las vecinas más exaltadas.

Otro episodio por resolver es el que dirá quién se queda en los nuevos pisos. La nuera de María Teresa y su hija de 22 meses ocuparon el bajo de su bloque hace más de un mes. "Se iban a meter gitanos portugueses y los vecinos apoyaron que se lo quedaran ellas. Tienen el mismo derecho a quedarse", defiende María Teresa.

Para enredar más la trama, los vecinos dicen que los de Las Teresas no quieren que construyan delante de sus casas los pisos transitorios porque esas torres le quitarán luz. "¿Los harán o nos realojarán en las Tres Mil?", se preguntaban. La respuesta, quizás en el próximo episodio.

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