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«Si no hubiéramos intervenido, en 15 días se hubiera caído la bóveda de San Roque»

Antonio Campos es el mismo médico que dirigió hace unos años la rehabilitación integral del Archivo de Indias. Da escalofríos imaginarse siquiera qué podría haber sido del templo de Carmen Benítez si este arquitecto no llega a afinar en su diagnóstico. San Roque se reinaugura oficialmente este domingo, aunque con andamios en su exterior.

el 02 oct 2014 / 13:00 h.

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Antonio Campos es el arquitecto que ha dirigido, casi con un tino de médico, la complicada restauración del templo de la plaza Carmen Benítez. / José Luis Montero Antonio Campos es el arquitecto que ha dirigido, casi con un tino de médico, la complicada restauración del templo de la plaza Carmen Benítez. / José Luis Montero Este domingo, aun con andamios todavía cercando su silueta, la iglesia de San Roque acogerá una misa de acción de gracias por la feliz culminación de su restauración. Las palabras del hombre que ha dirigido la intervención dan una idea del gravísimo problema estructural que padecía un templo joven, de apariencia vigorosa, pero herido de muerte. El Arzobispado habló en principio de un plazo de obras de un año. Finalmente, ha sido una actuación más rápida de lo previsto. En total van a ser diez meses. ¿Quiere esto decir que la patología del templo no eran tan grave como se preveía? Al contrario. Era más grave de lo que se preveía. El hecho de que se haya hecho tan rápido es porque si no hubiéramos intervenido, en 15 días se hubiera caído la bóveda. El principal problema era bastante sencillo. Los muros estaban soportando una bóveda de ladrillo, que es la que vemos en el interior de la iglesia. Pero realmente la cubierta no es esa bóveda de ladrillo, sino una estructura metálica triangulada que soporta los faldones de cubierta. En esa estructura metálica el cordón inferior se ha roto en todas las cerchas de la nave, con lo cual las cerchas han empezado a abrirse, los muros han empezado a abrirse también y, al abrirse, la bóveda interior empezó a ceder. Ese proceso llevaba tal velocidad que la bóveda y toda la cubierta hubieran colapsado no más allá de en el plazo de un mes desde que nosotros realizamos la primera inspección de la iglesia. La patología era gravísima. Eso fue lo que obligó a que la intervención fuera rapidísima, con lo cual eso forzó tanto al Arzobispado, como a la Gerencia de Urbanismo y a todas las instituciones a no poner ningún problema: nos dieron la licencia de forma inmediata. Yo fui a ver la iglesia el 20 de diciembre y el día 26 ya teníamos los andamios montados y estábamos haciendo perforaciones para atirantar. Tuvimos la necesidad imperiosa de parar en 15 días el desplome de los muros y, a partir de ahí, empezar ya a consolidar todo el edificio. ¿Todo se tramitó por vía de urgencia? Efectivamente. Mientras que estábamos haciendo la intervención de urgencia, a la vez redactamos el proyecto definitivo y lo presentamos a la Gerencia de Urbanismo, lo que nos permitió que nos concedieran la licencia durante las obras de emergencia. O sea, que el traslado aprisa y corriendo de las imágenes de San Roque la misma noche en que se decretó el cierre estaba más que justificado. Estoy convencido. Tenga en cuenta que, durante los primeros días, la fisura de la bóveda corría a una velocidad de un metro diario. De hecho los muros, con la dimensión que tienen, llegaron a desplomarse hacia los lados 20 centímetros en esos días. La sensación que tenía de vértigo era un poco parecida cuando en las películas alguien empieza a caminar por un lago helado y la superficie empieza a craquelarse. La alegría fue cuando empezamos a poner tirantes y comprobamos que las fisuras se detenían. En ese momento había problemas incluso para los trabajadores. Ten en cuenta que ellos tenían que trabajar sobre una estructura que estaba en riesgo de colapso, con lo cual en un primer momento sólo podía estar entrando una persona en el interior de la bóveda, con un cinturón de seguridad, con otros esperando fuera. Cuando ya vimos que realmente la situación se había parado, y que los albañiles y los herreros ya podían entrar allí adentro, aquello ya fue otra fase de la obra. Resulta casi milagroso que la voz de alarma la diera una feligresa que es arquitecta. Efectivamente. No conozco su nombre. Pero es así. Parece ser que estaba oyendo misa y se percató de la fisura. Supongo que al ser feligresa repararía en que la velocidad de crecimiento de la fisura no era normal. Cuando me llamaron del Arzobispado para ir a ver el templo me acompañó otro arquitecto, también feligrés, que tenía bastante conocimiento de la evolución de todo aquello y que me aportó una información muy valiosa sobre cuándo se empezó a detectar que había problemas o cuándo se pusieron los primeros testigos desde el 2002, en que fue la intervención de la Gerencia. ¿Podría decirse que lo más importante de la intervención ha sido el coser internamente la grieta longitudinal que recorría la nave central desde el coro hasta el presbiterio? No. Digamos que ésa ha sido una medida para que el templo recobre su esplendor. La intervención principal ha sido el atirantamiento de los muros, el colocar unos tirantes entre los dos muros, de esa forma, impedimos que se abran a pesar del empuje hacia fuera que pueda ejercer la bóveda interior. Esa ha sido la operación fundamental. A partir de ahí, también ha sido importante recuperar la geometría de las cerchas que se habían partido, deformado. Lo que hemos hecho es recuperar otra vez ese encuentro y recuperar la geometría del tejado. Como arquitecto. ¿Qué la ha sorprendido más de las tripas del templo de San Roque? Realmente es un templo de buenas proporciones pero realizado con una calidad constructiva baja. Este templo se reedificó en el año 1943 y se hizo con materiales muy malos, de la época, que eran los que había. Por entonces en España había muy poca capacidad, había una penuria económica tremenda y había muy poca cal, los ladrillos eran de baja calidad… La iglesia se muestra exteriormente, e incluso interiormente, bastante esplendorosa, es un templo con buen porte, y sin embargo el material de constitución es un material de baja calidad, no por un problema de que fueran malos los albañiles, sino por el momento de penuria económica de su edificación. ¿La baja calidad de los materiales está pues en el origen de las patologías presentes? Es un elemento coadyuvante, pero realmente el problema es que las cerchas metálicas estaban empotradas en los muros. La cubierta a lo largo de todos estos años ha tenido goteras, con lo cual, los muros conservan esa humedad y justamente en el encuentro entre la cercha y el muro la humedad ha corroído los perfiles y ha acabado rompiendo por corrosión, hasta que han empezado a saltar, como una cremallera, todas las cerchas. Ese cambio de humedad continuo acelera muchísimo la oxidación en el acero. Posiblemente este proceso haya estado produciéndose durante los últimos 15 o 20 años y, sin embargo, se ha acelerado en un mes porque han empezado a saltar las cerchas de forma paulatina. ¿Cómo se explica que el templo hubiera pasado la ITE de los edificios recientemente? Pues yo creo que porque el acceso a las cámaras era muy dificultoso. Para subir a la cámara donde se veía directamente esto había que acceder por la torre, después buscar una escalera bastante alta, subir a una gatera que había en esa fachada y entrar por allí de cabeza y a rastras. Ahora ya hemos habilitado una escalera de mantenimiento, ese agujero lo hemos agrandado a unas dimensiones suficientes para que pueda pasar una persona e interiormente se ha hecho una pasarela metálica para que las personas de mantenimiento puedan andar directamente por la cámara interior. Ya el mantenimiento, para una simple inspección o para pintarla, será con total garantía, porque por la torre se sube a una azotea que se comunica con una escalera de mantenimiento protegida por detrás y se llega a la puerta que se abre y que tiene espacio suficiente. Dentro de la cámara hay una pasarela completa por la que se puede ir andando por lugar seguro y recorrer toda la cubierta. La ITE me parece que se hizo en el 2012. Realmente en el 2012 la fisuración de la bóveda debía de ser muy pequeña. Ya he dicho que el proceso ha ido acelerándose y ha llegado el momento en que se ha roto la primera cercha y, de ahí, las demás. No conozco a la persona que hizo la ITE, pero posiblemente vio que la fisura de la bóveda no era demasiado grande y exteriormente la iglesia tiene un aspecto muy bueno. Sin embargo, había un problema estructural gravísimo. Si hubieran subido a la cámara bajo cubierta se habrían percatado de que existía ese problema por las señales de corrosión. ¿No son garantía suficiente las ITE? ¿Habría que apostar por estudios más exhaustivos? Yo creo que sí. Para que una obra salga bien tiene que haber un promotor con las ideas claras, un profesional que quiera hacer su trabajo bien y tiene que haber una empresa que sea profesional. ¿Cuál es el motivo de que esta obra haya ido muy bien? Pues porque el promotor, en este caso el Arzobispado, desde el principio ha sido muy consciente de la gravedad del problema y ha puesto los medios para de forma inmediata acometer la obra. De mí no voy a hablar, pero supongo que algo habremos hecho bien. Y ha habido una empresa constructora muy profesional, Sanor, en la que tanto los herreros, como los pintores, como los albañiles son gente de plantilla que llevan 25 años trabajando en la empresa, con buen criterio y con capacidad. Es muy diferente trabajar con una empresa constructora de verdad que con una financiera que logra un contrato y luego subcontrataban las obras. En el caso de las ITE, en muchos casos, el promotor la única conciencia que tiene es la de un trámite burocrático. Busca un papel, no quiere realmente una inspección, un mantenimiento, y no exige otra cosa. ¿Cree que la Iglesia de Sevilla, en la medida de sus posibilidades, cuida bien de su patrimonio? No lo sé. Lo que sí puedo decir que el patrimonio eclesiástico es tan vasto que la institución de por sí no tiene capacidad económica. Un caso similar como éste lo he tenido en otra parroquia y en ambos casos la obra se ha podido llevar a afecto gracias a la intervención del Arzobispado pero con la colaboración de los feligreses. No sé cuántas iglesias puede haber en Sevilla, pero si hiciéramos un inventario y un informe de cada una de ellas, seguro que no habría ninguna iglesia sin patologías. O tendrán la cubierta con goteras, o la instalación eléctrica en malas condiciones, o fisuras… Poner en perfecto estado de revista a día de hoy a todas las iglesias de Sevilla requeriría una cifra estratosférica. Con lo cual, lo que pueden hacer es ir atendiendo las cosas más urgentes. Creo que habría que concienciar a los feligreses de que la comunidad es la que debe estar pendiente de alguna forma de su cuidado. ¿Qué inversión ha requerido esta intervención? En torno a 350.000 euros. En un principio se pensó que iba a ser más. Estimamos que iba a requerir una inversión en torno a 550.000 euros porque pensamos que íbamos a vernos obligados a desmontar la cubierta completa y a rehacerla de nuevo. Finalmente hemos optado por poner los tirantes, reforzar las cerchas existentes y las correas, y solamente desmontar la cubierta de teja y el mortero y volver a tejar con la impermeabilización y el aislamiento. Después de hacer una prueba de consistencia del acero de las cerchas, pensamos que era mejor solución rehabilitarlas. Desmontar toda la cubierta hubiera producido unos daños en el edificio tales que su reparación ya hubiera generado un importe grandísimo. A día de hoy sigue habiendo andamios en el templo. ¿A qué se deben su presencia? La iglesia tiene tres cubiertas. La principal era la que tenía el problema grave. La lateral que da a la calle Recaredo la rehabilitó en el año 2002 la Gerencia de Urbanismo y, respecto a la otra, aunque exteriormente no presentaba síntomas graves, en el proyecto incluimos su arreglo, levantando la teja y volviendo a impermeabilizar. Pero al hacer eso, que era la última operación y que en principio pensamos que iba a ser muy rápida, vimos que el vuelo estaba degollado en toda la longitud de la nave. En una reparación anterior, supongo que hace 15 o 20 años, se había hecho un zuncho de hormigón y esa viga de hormigón había degollado el vuelo. Con el tiempo ha ido cediendo y el vuelo ha empezado a abrirse de forma que a todo lo largo había una fisura de 2 centímetros de espesor. Con lo cual, la cornisa de la cubierta ha estado en grave riesgo de desplome, de caída a la calle. Eso nos ha obligado a realizar un procedimiento para reforzar esa cornisa con materiales de acero galvanizado y ese es el motivo por el cual el domingo todavía va a existir un andamio en la calle Virgen de Gracia y Esperanza. Aunque ya va a estar tejada prácticamente toda la cubierta, faltará pintar y dar los últimos retoques porque hemos tenido un retraso de aproximadamente tres semanas desde que descubrimos los problemas de la cornisa. Quedará ese andamio colocado allí seguramente una semana o dos más allá de este domingo. Aparentemente Santa Catalina es una parroquia histórica con muchos achaques, pero la que ha estado gravemente enferma, a punto del colapso, ha sido San Roque... Por hacer un paralelismo, de San Roque podríamos decir que es una persona joven que tiene una enfermedad grave por la que ha podido llegar a morir. Sin embargo, Santa Catalina es una persona muy mayor con muchos achaques, arrugas y pliegues por el paso del tiempo, pero con una salud de hierro que no la ha puesto al borde de la muerte. Quizás es más alarmante exteriormente Santa Catalina por sus numerosas arrugas y heridas del tiempo, pero San Roque, a pesar de su aspecto vigoroso, padecía una grave enfermedad que amenazaba con colapsarla en meses. Posiblemente, Santa Catalina requería una intervención más pausada, que es la que se está haciendo, frente a San Roque, que requería una intervención de cirugía inmediata.

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