Cultura

¡Sí, señor, te lo digo yo!

Teatro Central. En la horma de sus zapatos. Baile: Isabel Bayón. Guitarras: Jesús Torres, Paco Arriaga. Cante: David Lagos, Miguel A. Soto ‘El Londro’. Coreografías: Isabel Bayón, Fernando Romero, Rubén Olmo, Florencio Campo. Calificación:****

el 04 oct 2010 / 19:48 h.

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En este montaje, Isabel Bayón ha encontrado su centro, como la soleá de la Serneta. En la horma de sus zapatos es una fehaciente declaración de intenciones que expone las inquietudes que bullen en el interior de esta gran bailaora. Bayón siempre ha bailado muy bien, pero en esta propuesta ha sublimado sus formas. El principio del espectáculo fue engañoso, porque vaticinaba una obra críptica, compleja, ideada para que el espectador machacase su intelecto. Y ésa particularidad me tocó el desánimo. Tengo la teoría de que todo artista que recurre a la complejidad es porque es incapaz de hallar la sencillez. Pero no fue, a la postre, el caso de la bailaora.

El todo ideológico de esta nueva creación se fundamenta en un lenguaje corporal acrisolado. La guajira, coreografiada por Fernando Romero, le sacó el primer ole a la maestra Matilde Coral, que desde el patio de butacas observaba cómo su discípula se reencontraba con detalles que ella creía ya olvidados. Y a partir de ahí Bayón entró en un estado de regusto que fue creciendo en cada pieza que interpretaba.

Mantuvo la elegancia, la sensualidad, la finura y la flamenquería durante una hora y cuarto. Bailó antiguo y bailó moderno sin necesidad de buscar el efectismo, sin estridencias y con dulzura. Y ésa fue la línea que trazó todo el montaje. En la primera parte se calzó la horma de tres excelentes coreógrafos que han tenido el acierto de crear pasos a su medida, sin desnaturalizar la personalidad de la bailaora. Rubén Olmo, Florencio Campo y Fernando Romero arrancan de un punto en común: el soneto de Miguel Hernández Por tu pie, la blancura más bailable, una sucesión de piezas que establecen un diálogo en el que el estilo no lo ponen las coreografías, sino la bailaora. La segunda parte fue un homenaje a sus maestros.

Por los altavoces salían, como si de una radio de cretona se tratara, la voces entremezcladas de Matilde Coral, de Mario Maya y de Chano Lobato, asentando cátedra con explicaciones referentes al baile y al flamenco.

Y así comenzó el gran tributo a la escuela sevillana: le hizo un monumento a Triana por tangos, coqueteó con la historia en el garrotín, se enfundó en traje de bandolera para ponerle un sentido personal a la serrana y las cantiñas fueron el culmen de tan impecable trabajo.

Remató los cantes de Cádiz bailando por caracoles con mantón. Y, justo en el remate, Matilde Coral, emocionada, le gritó: "¡Sí, señor, te lo digo yo!". Isabel Bayón lo ha vuelto a lograr: ha creado un montaje sencillo pero muy cuidado artística y técnicamente. Ha encontrado su centro.

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