Local

Si te ríes, es que estás meditando

Llega a Sevilla ‘Zentra-T’, una experiencia oriental para encontrar la felicidad por la vía más rápida y sencilla: volviendo a ser niños.

el 11 sep 2014 / 12:00 h.

TAGS:

El movimiento es una de las claves de estos talleres, según sus organizadores. Fotos: Zen Tantra El movimiento es una de las claves de estos talleres, según sus organizadores. Fotos: Zen Tantra

Por alguna razón, siempre que se habla de meditación y de enseñanzas orientales al final se acaba tumbado en una esterilla y practicando la postura del loto. Es una máxima de aquellos parajes impregnados del espíritu budista:cuerpo y mente van unidos, y para regenerar el pensamiento hay que darle elasticidad a la materia prima, lo cual es un problema para todo aquel que esté seriamente enemistado con sus articulaciones. Sin embargo, mañana llega a Sevilla, y en concreto a la sede de La Tarasca, una experiencia diferente en la que no hace falta tocarse las pestañas con el astrágalo para conseguir un aceptable acercamiento a la felicidad. Se llama Zentra-T, una forma entre gitana y nepalí de decir eso mismo, céntrate, que pone a los participantes en contacto con el trabajo del maestro Firak, procedente de la India. La clave del asunto está en reírse. Más aún: en soltarse, en hacer un poco el tonto, por decirlo en el implacable lenguaje adulto; liberar las propias emociones, bailar. Hacer lo que hacen los niños –salvo comerse los botones del babi– y alcanzar, de ese sencillo (¿o no tan sencillo?) modo, la tan ansiada paz en el mundo. Aunque solo sea a título individual.

Es la meditación. Otra forma de meditar. Contaban ayer los organizadores de estos cursos, encabezados por la coordinadora andaluza y monitora de las clases, Palomika, y agrupados bajo la denominación de Zen Tantra, que se trata precisamente de combinar esos dos conceptos: el zen, que es «silencio, vacío, nada», y el tantra, que es «la expansión del cuerpo». Esto así, a palo seco y sin un señor con barbas delante que lo explique, puede resultar complicado de comprender. Un intento:es despojarse uno de todos los prejuicios, los tabúes, los complejos; aceptarse tal cual es, vaciarse de toda la mugre mental acumulada a lo largo de la vida, para formatearse de nuevo en una revolución interior. Esto puede parecer difícil si no se tiene esterilla. Pero por lo que cuentan los convocantes, todo es empezar. El primer beneficio, dicen, es que ya de momento vuelve uno a casa –salvo que lo haga por la SE-30– más alegre y relajado.

La iniciativa Zentra-T surge del deseo, cuentan sus responsables, de acercar a las personas el trabajo del citado maestro indio, que durante gran parte del año organiza talleres para enseñar a la gente a «encontrar la felicidad con un método adaptado a la nueva era». Como dice Palomika, «nosotros queremos que todas las personas conozcan esta experiencia» en la que aprenden ejercicios que pueden utilizar en el día a día. Eso es lo que se llama todo un aliciente: saber que luego, cuando pase el taller y regrese uno a sus rutinas, podrá practicar por su cuenta estas técnicas, en vez de llorar por las esquinas hasta que aparece otro curso de estos en lontananza. O dicho en otras palabras más comunes: se aprende a aprender a ser feliz, sea lo que sea lo que eso signifique.

Volver a ser niños, como se adelantaba antes, es la clave de esta historia. Los niños llegan al mundo con todas las posibilidades por delante; es el aprendizaje, y los miedos, y los corsés socioculturales, lo que acaba trabando ese desarrollo. El Zen Tantra, como explican estos discípulos de Firak, «es un nuevo espacio de confianza y libertad que trabaja con la risa y el movimiento a través de ejercicios muy sencillos para conseguir que las personas se liberen de las tensiones y preocupaciones y se desahoguen de todo lo que no les pertenece, como el estrés, la rabia o la vergüenza», explica la coordinadora de Zen Tantra en Andalucía.

Manejan una frase muy interesante y digna de reflexión –o de meditación, que es más oriental–: Sé loco pero no perezoso. O sea, que el movimiento importa. «Una persona activa loca», dice, «es muy difícil que caiga enferma; su cuerpo está vital, sus células están vivas. Es como el agua: en movimiento está sana, si se para se estanca». Así que el baile, entendido como movimiento liberador y no como coreografía de salón, es importante. Es una buena terapia para los sentimientos. «El 90 por ciento de la población sufre por amor, por eso el Zen Tantra habla del amor, de las relaciones y de cómo salir de la monotonía».

Por lo que respecta al inspirador de todo esto, Firak, cuentan que es un maestro de la India de 74 años nacido en la región del Punyab, que conoció a Osho a los 26 años y se convirtió en su discípulo. Osho, que se popularizó en ciertos ambientes periodísticos como el Gurú del Sexo, fue un místico muy controvertido al que echaron de los Estados Unidos por problemas con inmigración y que dejó dicho que en esta vida lo que de verdad importa es relacionarse, ser un poco echado para adelante, tener sentido del humor, amar, celebrar la vida... Quitarle dramatismo a la existencia podría acercarse a un resumen de todo esto. El caso es que el citado discípulo se empapó de las enseñanzas de este señor «y desde entonces», cuentan en Zen Tantra, «comparte su experiencia y el secreto de una vida llena de alegría y amor. Él es un ejemplo vivo de vitalidad, de que es posible salir del sufrimiento y llegar hasta el día de nuestra muerte celebrando cada instante».

La cita en Sevilla para los que estén interesados en participar de esta experiencia es mañana viernes, a las ocho de la tarde, en el número 10 de la calle Curtidurías (entre San Lorenzo y Torneo), sede de la compañía La Tarasca. No cuesta dinero, solo se pide una «aportación voluntaria para que todo aquel que quiera pueda descubrir esta experiencia». No dicen si hay que llevarse o no una bolsa para meter en ella toda la zurrapa mental que acabe uno liberando, aunque lo mejor, a la luz de lo descrito, será que la bolsa sea de basura. Y si no, lanzar todos esos desperdicios al aire. Es lo que haría un niño.

  • 1