Cultura

“Si viviera, El Pali cantaría contra las setas de la Encarnación”

Antonio Ortega publicó en 2011 'El último trovador', Paco Palacios El Pali

el 16 jun 2013 / 23:30 h.

ANTONIO ORTEGAAntonio Ortega (Sevilla, 1971), publicó en 2011 El último trovador, Paco Palacios El Pali, biografía definitiva del artista de cuya desaparición se cumplen ahora 25 años.

–¿Qué queda de El Pali, 25 años después de su fallecimiento?
–La obra ejemplar del artista que más y mejor ha cantado a Sevilla, el cariño de los amantes de su arte y el desprecio de las administraciones públicas.

–¿A qué se debe esto último?
–Cuando fallece El Pali, se recogen 15.000 firmas solicitando su distinción como Hijo Predilecto de Sevilla, incluyendo la del entonces presidente del Gobierno, Felipe González. Desde el 88 al 96, raro era el día que no saltaba la polémica en la prensa. El PA proponía ese nombramiento para Curro Romero y El Pali, el PSOE para Manuel del Castillo, el PP para Javier Benjumea. ¿A quién se lo dieron? A Benjumea, tío del marido de Soledad Becerril, todo hay que decirlo...

–¿Y así hasta hoy?
–No hay en Sevilla un monumento a la sevillana, género del que El Pali fue el Papa. Estos 25 años eran una magnífica oportunidad para otorgarle una medalla a título póstumo, algo. Antes la historia era su fama de derechón, de conservador, pero ni con el PAni con el PP se ha hecho nada. Nadie ha dado la cara por él. Ahora van a inaugurar una rotonda con su nombre, el próximo día 23, en Tomares. Algo es algo.

–Son muchos los autores de sevillanas. ¿Qué hace tan especial a Paco Palacios?
–Barre todos los rincones de Sevilla, fijándose en sus personajes populares. Es un retratista. El frikismo sevillano lo inventó él, toda esa gente desheredada a la que cantó, El Bizco Amate, la de Qué te brillan las espuelas, Vicente el del Canasto, Pepe el Escocés, Paco el Campanero, La Malena... No sólo habla de los monumentos, sino de la gente que hace la ciudad habitable. Por ejemplo, había otro personaje, Curro Misterio, que se decía descendiente de un rey moro, y que daba clases de guitarra telepáticas... Ésa era la gente con la que moría El Pali.

–El flamenco, ¿le dio su sitio?
–El Pali solía decir: “Como flamenco, habría sido uno más, cantando sevillanas soy único”. Aunque con 17 años ya ganaba premios de cante, se dio cuenta de que era ahí donde tendría su espacio. Cuando lo llamaban para actuar entre cantaores clásicos, decía: “Yo entiendo que esos cantes son una divinidad, lo puro. Pero entre col y col cabe una lechuguilla, ¿no?”. Eso sí, cantaba fandangos la mar de bien, afinaba mucho, y por todo ello en la serie Rito y geografía del cante le dedican un capítulo a él solo. Además, fue un innovador que inventó la sevillana por seguiriyas, por caracoles, por soleá de Zurraque... Hasta los 60, sólo había grupos en el género: los Hermanos Reyes, los Toronjos, los Marismeños, los Romeros de la Puebla, Los del Río... él le quita velocidad a la sevillana y la sienta en una silla. Es el primer solista de la Historia.

–También lo definió como el primer cantaor protesta. ¿A qué le cantaría hoy, si viviera?
–Si viviera hoy, El Pali cantaría a las setas de la Encarnación, a las que habría visto como un atentado contra Sevilla, y a la torre Pelli también.. Y se habría quejado a los políticos, porque decía lo que pensaba y como lo pensaba. Fíjate, era el más cofrade del mundo, y al mismo tiempo podía ser muy crítico con las cofradías. Eso pudo perjudicarle: podía ser un antipático de cojones. Pero también el artista más solidario de su época.

–Como otros mitos de la música sevillana, El Pali se caracterizó por no ser parco en alcoholes. ¿Es una fatalidad, o un signo de aquellos tiempos?
–Lo del alcohol no es ningún mito, El Pali era capaz de beberse en un día veinte gin tonics en el bar Vicente, que estaba al lado de su casa. La imagen que ha quedado para muchos es la del artista decadente, El Pali meón o con el flequillo pegado con el sudor en la frente. Le perjudicaron mucho el alcohol y la comida, porque era diabético...

–Dos veces bético, como decía...
–Una vez hizo un saque de honor en La Línea, con el Betis. Se agachó para besar el suelo, y tuvo que ayudarle Gordillo a levantarse. Y no veía ni el balón, así que dijo aquello de: “Teníais que haberme traído un balón de Nivea”.

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