Bélgica sigue buscando una solución a la crisis política desatada el viernes por la dimisión en pleno del Gobierno, acusado de presionar al poder judicial para influir en su decisión de suspender la división y venta del grupo bancario y de seguros Fortis. El rey de Bélgica, Alberto II, de quién formalmente depende la decisión final, no ha admitido aún la dimisión, por lo que en teoría el Ejecutivo sigue en funciones, aunque en la práctica se suspendieron todas las reuniones previstas para ayer sábado que no tuviesen que ver directamente con la crisis política.
El soberano mantiene desde el viernes por la noche reuniones con los líderes políticos del país para intentar poner fin a la incertidumbre lo antes posible. Ayer sábado al mediodía se entrevistó con el ministro de justicia, Jo Vandeurzen, que fue el primero en renunciar al cargo, y posteriormente se reunió con los presidentes del Congreso, Herman Van Rompuy, y del Senado, Armand De Decker.
Estaba previsto que a lo largo de la tarde de ayer recibiera a los líderes de los cinco partidos que forman la coalición gubernamental -el liberal francófono Didier Reynders (MR) y el flamenco Bart Somers (Open VLD); el socialista francófono Elio Di Rupo (PS); la democristiana francófona Joelle Milquet (CDH) y la flamenca Marianne Thyssen (CD&V)-, con los que ya se entrevistó el viernes por la noche.
El contexto de crisis económica actual y la necesidad de cerrar decisiones sobre cuestiones urgentes -desde los presupuestos para 2009 hasta el discurso de Noche Buena del Rey- hacen pensar a los analistas que se adoptará una solución provisional rápida. Según la radiotelevisión pública RTBF, lo más probable parece que Alberto II opte por mantener la base del Gobierno y designar un primer ministro de transición hasta las elecciones de junio.