Cultura

Silverio Franconetti, el principio del flamenco

No fue sólo el cantaor más importante de su tiempo, sino el de todos los tiempos. Fue el principio de lo jondo, aunque no inventara el cante andaluz.

el 17 oct 2009 / 19:34 h.

Silverio Franconetti
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Antes de nacer el genio sevillano de La Alfalfa ya existían cantaores como Tobalo el de Ronda, Antonio el Planeta o El Fillo, que eran profesionales. Tampoco creó el primer café cantante, como también se ha aseverado en infinidad de ocasiones, aunque sí fue quien promovió los locales en los que se comenzó a programar exclusivamente arte flamenco.

A pesar de su importancia histórica Silverio es aún muy desconocido y, sobre todo, el gran olvidado de la historia del cante. José Blas Vega, su biógrafo más importante, dio a conocer gran parte de lo que se sabe hoy sobre esta figura del cante jondo, aunque no logró encontrar su partida de bautismo para publicarla en su estupenda obra Silverio, rey de los cantaores, editada por el Ayuntamiento de Córdoba en 1995 con motivo de la celebración del XIV Concurso Nacional de Flamenco.

Desde entonces no se ha parado de especular sobre su lugar de nacimiento, con escaso rigor en las informaciones y mucha imaginación. Se han llegado a dar lugares como Buenos Aires, Italia, Linares y Málaga, a pesar de que Demófilo publicó una breve biografía en su Colección de cantes flamencos (1881), en la que decía que el cantaor había nacido en Sevilla el 10 de junio de 1831 y que se bautizó en la Parroquia de San Isidoro. Suponemos que lo aseguró de manera tan concluyente porque fue el propio Silverio quien se lo dijo. Fueron amigos y, aunque el padre de los Machado no estuvo muy de acuerdo con que Silverio metiera el cante andaluz en los cafés, estaban en la misma lucha, la de dignificar y difundir el cante jondo o flamenco.

Naturalmente, los sagaces flamencólogos comenzaron a ir en peregrinación hasta San Isidoro para localizar la dichosa partida de bautismo, desde Santiago Montoto hasta Manuel Centeno Fernández, pasando por Manuel Yerga Lancharro, el también desaparecido investigador de Fuente de Cantos (Badajoz), al que Dios tenga en su santa gloria. Santiago Montoto llegó a escribir en la revista Semana, el 27 de noviembre de 1951, que había buscado en todos los libros bautismales de San Isidoro y que no había encontrado nada. "Es mentira", llegó a decir, que el cantaor se bautizara en esta parroquia sevillana.

La partida de bautismo no aparecía por ninguna parte. ¿Mintió Silverio al padre de los Machado? De ninguna de las maneras, porque en todos los padrones municipales en los que lo hemos encontrado, el cantaor aseguraba haber sido bautizado en San Isidoro de Sevilla.

En todo caso, le mintió en el año de su nacimiento, porque vino al mundo un año antes, en 1830. Si aún no ha aparecido el acta sacramental de bautismo es porque fue quitada de en medio o, sencillamente, porque no se bautizó en esta iglesia, sino en otra cualquiera de Sevilla. Es la conclusión a la que han llegado la mayoría de los flamencólogos.

El infatigable Daniel Pineda Novo, académico y flamencólogo del sevillano pueblo de Coria del Río, autor de obras tan importantes como la biografía de Antonio Machado y Álvarez Demófilo, sorprendió a propios y a extraños cuando publicó un libro dando a conocer la hipotética partida de bautismo del gran Franconetti. Silverio Franconetti, noticias inéditas, así se llama la obra (Edidiones Giralda, 2000) en la que, además de la supuesta partida de bautismo del artista, aportó una importante documentación sobre sus padres, hermanos y hermanas, sobrinos y toda clase de parientes, que fueron bautizados en San Isidoro, El Salvador y San Esteban en las primeras décadas del siglo XIX. Naturalmente, la obra fue muy celebrada en el mundo de la flamencología patria y ya todos han dado por auténtica esa partida de bautismo.

Según el documento del archivo de San Esteban, conservado en San Bartolomé desde los años 60 del pasado siglo y encontrado por Pineda Novo, el cantaor se llamó Francisco de Paula Federico Bruno Silverio de los Desamparados, y había sido bautizado en San Esteban el 7 de octubre de 1823. Cuando este documento vio la luz nos llamó la atención el hecho de que Silverio hubiera nacido ese año, porque no encajaba con las fechas de su primera y segunda boda y su fallecimiento (1889). No era posible que Demófilo se equivocara de esa manera ni que el cantaor se quitara tantos años, por muy presumido que fuera. Tenía sus motivos, desde luego, porque se casó dos veces y en las dos ocasiones con mujeres mucho más jóvenes que él. A la segunda le llevaba algo más de 30 años de diferencia.

Ni José Blas Vega ni Daniel Pineda Novo acudieron al Padrón Municipal de Habitantes de Sevilla para hacer un seguimiento a la familia del cantaor. Silverio aparece empadronado de niño en Sevilla y por los años que constan en el asiento, debió de nacer en 1830 o un año más tarde, como dijo Demófilo, pero nunca en 1823 como intentó demostrar el ya citado Daniel Pineda.

En 1875 vivía en el número 7 de la sevillana calle Potro y tenía 45 años. Estuvo viviendo varios años en este domicilio con su primera esposa, la jiennense de Linares Ana Torrecilla Sánchez, que murió en Sevilla a la edad de 37 años el 11 de agosto de 1884 como consecuencia de un quiste hidrópico en el ovario derecho, según certificó el médico José Savina Vázquez. Fue enterrada en el Cementerio San Fernando el día 13 de agosto. El matrimonio vivía en el número 38 de la céntrica calle Albareda, cerca de la Plaza Nueva. Es la primera vez que se publican estos interesantes datos sobre el genio sevillano del cante.

Silverio Franconetti se casó en Málaga con Ana Torrecilla Sánchez en 1868, dato que se publica por primera vez y que agradecemos al escritor malagueño Gonzalo Rojo, quien nos facilitó una copia del expediente matrimonial. El maestro tenía 38 años y ella sólo 21. Ana Torrecilla nació en la citada ciudad jiennense el 21 de enero de 1847 y vivió en Málaga desde niña, donde la conoció Silverio y se enamoró locamente de ella. Emocionan estos datos, sin duda. No cabe duda de que sería una auténtica historia de amor, que acabó con la muerte de ella cuando todavía era una mujer joven. Sin embargo, y aunque se pueda pensar que el de la Alfalfa quedó destrozado por la muerte de su esposa, en realidad no sería así porque no tardó ni un mes en volverse a casar.

Se casó en esta ocasión con una joven trianera de la calle Castilla, la hija de un conocido alfarero llamado José Sánchez Sopeña. Ella se llamaba María de la Salud Sánchez Morán y tenía 19 años cuando se unió en matrimonio al genio del cante. Nació en Triana en 1865 y fue bautizada en la Parroquia de Santa Ana. Se casaron en la Parroquia del Sagrario de Sevilla, en la Catedral, el día 8 de septiembre de 1884.

Si Silverio, según hemos podido comprobar en el expediente matrimonial encontrado en el Palacio Arzobispal de Sevilla, contaba 53 años de edad cuando contrajo segundas nupcias -en el documento consta que tenía sólo 50-, es imposible que naciera en 1823. Luego el tal Francisco de Paula, por mucho que le vaya a doler al ilustre Daniel Pineda Novo, era un hermano de Silverio y no el afamado cantaor de flamenco.

Este hermano, según nos confirmó hace días un joven investigador de Morón de la Frontera, Luis Vázquez Morilla, era Francisco Franconetti y aparece en un padrón de Morón junto al niño Silverio, siete años menor que él. Luis Vázquez publicará en breve tiempo una obra en la que dará a conocer el árbol genealógico de los Franconetti.

Silverio tuvo varios domicilios en nuestra ciudad y fuera de ella, como, por ejemplo, en Cádiz y Málaga. En Sevilla se ha dicho siempre, y algo sabrá Sevilla de esto, que el gran músico y empresario nació en la calle Odreros, que pertenece a la Parroquia de San Isidoro. Otros apuntan que debió venir al mundo en la calle Velador -hoy Augusto Plasencia-, donde nació una de sus hermanas, María Josefa, bautizada en San Isidoro en octubre de 1829. En los años 70 vivió en el número 7 de la calle Potro, que comunica la Alameda con Conde de Barajas; y en Tarifa, 1, donde estuvo el Café del Burrero. En los 80 tuvo tres domicilios: Rosario, 4, en los altos de su célebre café cantante; Albareda, 38, paralela a ésta y a la Plaza Nueva; y, por último, la Plaza de la Constitución -hoy San Francisco-, donde le sorprendió la muerte en el año 1889.

Estamos en disposición de demostrar con documentos fiables y definitivos que Silverio nació en Sevilla el día 10 de junio de 1830, siendo bautizado en la Parroquia de San Isidoro un día después. ¿Por qué, entonces, su partida de bautismo no aparece en esta parroquia? Sencillamente porque fue inscrito en el Libro de Bautismos del extinguido Cuerpo de Inhábiles, concretamente en el folio 159. Recordemos que su padre, el romano Nicolás Franconetti, era soldado del Cuerpo de Inválidos de Sevilla. Lo bautizó el Capellán Juan de la Rosa, que era titular del Cuerpo de Inválidos, el mismo que cristianó a su hermano Manuel en San Esteban el 22 de noviembre de 1826. O sea, que uno de los secretos mejor guardados de la historia del flamenco va a quedar desvelado hoy.

Lo curioso es que la partida no aparece en San Isidoro, aunque sí en el expediente de su primera boda, como es natural. El bautizo de Silverio fue registrado en un libro a parte que ha desaparecido de San Isidoro, el del extinguido Cuerpo de Inhábiles.

En el documento no aparece la calle en la que nació el artista, pero si su hermana María Josefa había venido al mundo en la calle Velador, el 25 octubre de 1829, es más que probable que Silverio naciera en esa calle porque fue bautizado en la misma parroquia que su hermana. La calle Velador es donde está San Isidoro, que en la actualidad lleva el nombre de Augusto Plasencia.

Nuestro siguiente paso será encontrar la calle y la casa donde nació la figura más importante de la historia del flamenco. Por el momento, y tras no pocas horas de trabajo y desvelos, queda demostrado que el genio nació en Sevilla, en el bello barrio de la Alfalfa, en la ciudad donde puso la primera piedra de este edificio musical que es el flamenco, arte admirado hoy en todo el mundo por centenares de miles de personas de todas las razas, religiones y tendencias políticas.

Silverio fue el principio del flamenco, el hombre y el artista que entendieron que había que dar un paso adelante y lo dio contra viento y marea, con mucha gente en su contra.

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