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Sin complejos llegó el buen fútbol

Faltó mucha fe y puede que sobrara complejo de inferioridad en la primera parte para intentar hacer algo más que llegar al descanso con la portería a cero.

el 14 sep 2013 / 23:43 h.

Muy dura e injusta la derrota que trae el Sevilla de Barcelona. Dura porque lo deja ya en una posición muy complicada en la tabla aunque sólo llevemos cuatro derrotas. E injusta porque tras jugar con bastante alegría y descaro en la segunda parte mereció traer del Nou Camp algo más que un gran cabreo cuyo culpable es, nuevamente, Muñiz Fernández. Este colegiado no está capacitado para arbitrar en Primera División. Ya estuvo castigado en la nevera la temporada pasada y parece que el frío no le ha servido absolutamente para nada. Cada vez que pita la lía y si es con el Sevilla, su triste espectáculo está más que asegurado. En su descargo, por hacer de abogado del diablo, hay que mencionar la segunda amarilla que perdonó a M´Bia tras un empujón al brasileño Neymar. A pesar de todo, el partido debe servir para que los sevillistas saquen conclusiones más que positivas. Durante la primera parte el sistema defensivo estuvo bastante serio y logró anular casi todos los ataques del Barcelona que provocaba un endiablado Neymar. Una desaplicación, lógica y normal en un partido de fútbol, la aprovechó Daniel Alves para batir a Beto tras un centro de otro exsevillista, Adriano. Pero también debe saber el Sevilla que simplemente con un buen trabajo defensivo no se logra punto alguno. Faltó mucha fe y puede que sobrara complejo de inferioridad en la primera parte para intentar hacer algo más que llegar al descanso con la portería a cero. Fue tras el descanso cuando los hombres de Emery lograron soltar el lastre de la inferioridad. Comenzaron a creerse que podían hacer algo más que frenar a las estrellas blaugranas y empezaron a mirar más a la portería rival. Para mí, ahí estuvo la clave del buen segundo tiempo del Sevilla. Independientemente de la táctica o los jugadores empleados por Emery, la confianza y la fe son valores fundamentales en el deporte. Sin ellos, es imposible competir y alcanzar la meta deseada. Y este cambio de actitud se pudo ver las galopadas de Vitolo o en la fuerza mental de Coke para no amilanarse después de bailar con la más fea. Y como no, el mayor ejemplo de fe estuvo en la vuelta de Trochowski un año después. Sólo con esto último, ya habría que dar por bueno el partido, aunque duela.

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