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Sin el derecho al agua

Vanesa, con dos niñas, vive sin agua desde el 10 de febrero porque no puede pagar ni la factura reducida de Emasesa. El suministro mínimo prometido para estos casos parece no existir.

el 04 mar 2014 / 23:23 h.

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Vanesa Pérez y Abel Hernández, junto a una de sus hijas, Mara, en el salón de su casa frente a un vaso de agua Vanesa Pérez y Abel Hernández, junto a una de sus hijas, Mara, en el salón de su casa frente a un vaso de agua

Sin agua desde el pasado 10 de febrero. Así vive la familia de Vanesa Pérez y Abel Hernández porque no tienen dinero para pagar el recibo de Emasesa, la empresa municipal cuyos responsables aseguran que no cortan el suministro si es un impago por falta de recursos. La empresa del gobierno local que dice garantizar un mínimo de agua a las familias necesitadas. Eso fue lo que se aprobó en el Pleno municipal. Pero Vanesa y Abel parecen ser la excepción, o no. Lo cierto es que viven sin agua teniendo en casa a una niña, Mara, de un año y a otra, Ainoa, de nueve años de edad.

Y no se cansan de reclamar formas de pago asequibles, así como tampoco han dejado de acudir a instituciones sociales que puedan echarles una mano. La propia Vanesa cuenta que el problema viene de largo, desde que se quedaron sin trabajo tanto ella como su marido, desde que tienen que subsistir con ingresos de poco más de 400 euros.

«Un mes pagamos el agua, otro la luz, así empezamos cuando teníamos el subsidio, pero cuando se acabó el paro y empezamos a ingresar 400 euros ya le tuve que decir a la trabajadora social que no podíamos pagar, que tenía que dar de comer a mis hijas», narra Vanesa.

La respuesta municipal no se hizo esperar y Emasesa le propuso el fraccionamiento de la deuda y la reducción del pago. «Pudimos cumplir con el nuevo recibo, más barato, dos meses, pero nada más. Teníamos que pagar una media de 40 euros al mes, y 57,60 euros por el reenganche, así que abrir otra vez el grifo nos costó cerca de cien euros. Veinte días antes de que nos cortaran el agua pagué 140 euros, pero ya avisé de que no podía pagar más», comenta desesperada esta vecina de Juan XXIII.

Ella se queja de que reengancharse a la red de abastecimiento es más caro que el recibo en sí y reclama que en los casos de emergencia social no se cobre por este concepto. Vanesa, que recibe la ayuda de Cáritas y de la Hermandad del Gran Poder (para comida, pero no el pago de los recibos del agua), asegura que su deuda ya alcanza los 500 euros y que, aunque podría afrontar los 40 euros de media, no le llegaba para pagar «la facturación real que nos venía cada tres meses».

¿Y cómo se apaña? Con la ayuda de la familia. «Mis niñas almuerzan y cenan con mi suegra, y allí se duchan. Otras veces nos vamos a casa de mi abuela o mi tía, pero tampoco están en muy buena situación. Con mi suegra también vive otro hijo suyo», asegura Vanesa tras explicar que se lleva a casa botellas de agua para poder beber. Y en el peor de los casos, sale a la calle y abre la toma de agua: «Cuando he visto que no tenía para el biberón lo he hecho, se lo dije a la Policía y también a la trabajadora social de Emasesa, porque no puedo dejar sin comer a mi hija. Inmediatamente después de coger para el biberón lo he vuelto a cerrar. No somos delincuentes, sólo queremos que nos ayuden y que nos den un trabajo. Nada más. Somos honrados y tenemos dos hijas para sacar adelante», dice una emocionada Vanesa, quien está siendo asesorada por los servicios de apoyo a las familias del grupo municipal socialista.

«Parece que hay que ir a los sitios llorando, gritando y hablando mal para que te ayuden, pero yo voy con dignidad, explicando mi caso y presentando papeles. Demuestro mi situación de precariedad, pero nadie me atiende. No nos ayudan las administraciones», denuncia. Vanesa y Abel llevan año y medio sin pagar su hipoteca, de 574 euros, e intentan que le concedan la dación en pago.

«Quieren que demos el piso y que además asumamos una deuda de 20.000 euros, no nosotros, sino nuestros avalistas, que son mis suegros. Quieren que también ellos hipotequen su casa, algo a lo que nos negamos. Estamos en una situación límite y nadie parece darse cuenta», reitera indignada y decepcionada.

Vanesa no trabaja desde que en 2012 estuvo tres meses recogiendo fresas, mientras que su marido «trabajó en octubre pasado unos quince días, pero sueltos, ayudando en la construcción de una casa». Buscan trabajo «de lo que sea», pero, como otros muchos sevillanos, no encuentran.

Este periódico intentó sin éxito que el Ayuntamiento de Sevilla explicase la situación de esta familia, pero no obtuvo respuesta. Mientras, ellos aseguran que seguirán «moviendo cielo y tierra para que alguien les escuche».

"Como ganado"

La casa de Vanesa tiene en el suelo unas rayas amarillas que indican dónde está la acometida del agua, unas señales que los técnicos de Emasesa han pintado «para que todo el mundo sepa que nos han cortado el agua», denuncia Vanesa. «Estamos marcados como si fuéramos ganado, no se dan cuenta de que no podemos pagar, que somos gente honrada sin trabajo y que lo único que pedimos es eso, poder trabajar para dar a nuestras hijas todo lo que se merecen», reivindica Vanesa. El Gobierno que dirige Juan Ignacio Zoido (PP), aseguró hace semanas que existe un «bono social» con el que Emasesa ya ha evitado más de 7.000 cortes de suministro por impagos, un bono que facilita el aplazamiento del pago, pero que no perdona la deuda. Según Emasesa, ya evitó más de 7.200 cortes dando un mayor plazo para el pago de alrededor de 2 millones de euros, lo que supone un incremento del 70% y del 27% respectivamente, sobre años anteriores. Pero la familia de Vanesa sigue sin agua desde el pasado día 10, aunque el Pleno municipal aprobó hacer efectivo el derecho al agua garantizando que las personas que carecen de recursos dispongan de 50-100 litros de agua por persona al día, lo estipulado por la Organización Mundial para la Salud”.

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