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Sin favorito en Reino Unido a tres semanas de los comicios

Los primeros debates electorales de la historia británica igualan las encuestas.

el 23 abr 2010 / 19:20 h.

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Cameron, Clegg y Brown, en el segundo debate.

Si el objetivo de los debates electorales televisados es ayudar al ciudadano indeciso a decidirse, los dos primeros encuentros de este tipo en Reino Unido no han cumplido su función.

Ya antes del 15 de abril -fecha del primer debate- los laboristas se recuperaban en las encuestas tras meses de caída. El primer ministro, Gordon Brown, heredó de Tony Blair una herencia negra por la gestión de la guerra de Irak y al entrar en el Gobierno se encontró con la crisis económica más profunda que se recuerda. Ésas fueron, junto con el carisma de David Cameron, las razones de que en los últimos meses los conservadores hayan estado a 20 puntos de ventaja de los laboristas. Pero eso fue hace unos meses... Ahora, Brown empieza a conquistar el empate con el conservador, al que la evasión de impuestos de lord Ashcroft, vicepresidente de su partido, no ha beneficiado en nada.

Pero, para calentar aún más la campaña, tras la primera cita a tres ante los británicos el joven Nick Clegg -liberal demócrata y hasta entonces desahuciado como alternativa de Gobierno- entró en la pelea. Y fue ayer, tras el segundo debate, cuando la carrera electoral llegó a su punto más incierto y Reino Unido se quedó sin favorito.

Es más, ahora ni siquiera hay dos favoritos. Los últimos sondeos están tan igualados que, aunque las posibilidades de Clegg para ser primer ministro son casi nulas, el 6 de mayo podría ocurrir por primera vez desde 1974 que ningún partido obtuviera la mayoría. Y en esa coyuntura el liberal demócrata sí tendría mucho que decir.

Los sondeos. El jueves por la noches hubo sondeos para todos los gustos. Un promedio de todos ellos daba como perdedor a Brown, con un 27,3% de los apoyos, y un empate entre el conservador y Clegg al 32,6%. Más apretado imposible. Y lo único que parecía claro, que el primer ministro perdió el debate, tampoco es significativo si se tiene en cuenta que, a más igualdad en porcentaje de votos, más escaños laboristas en los Comunes.

Sí quedó claro tras la discusión a tres que el efecto Clegg no fue cosa de un día. Convenció incluso a Brown, que le dio la razón repetidas veces, mientras que Cameron supo hacerle frente y se defendió más que dignamente. Y, todo ello, sin que ninguno de los tres estuviera definitivamente brillante. Toda una papeleta, nunca mejor dicho, para los votantes. Queda por ver si el último debate, el próximo jueves, aclara algo o confunde más.

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