Puede ser que haya padres que no quieran saber que su hija adolescente tiene relaciones sexuales, como si eso la protegiera de venir un día a casa anunciando que está embarazada. Puede ser que ese día los padres en uso de su presunto derecho a la imposición obliguen a la chica a tener el hijo que ni esperaba ni quiere tener.
Pero también pasa a veces que la chica temiéndose esa reacción calle y decida abortar sin informar a sus padres. Pasa, y no querer saberlo es aún más grave que el hecho de que ocurra. Para que la chica que toma esa decisión no vaya a la cárcel, la nueva Ley del Aborto amparará su derecho. Ni más ni menos. La chica eso sí, tendrá que tener 16 años. Pero si por causalidad estuviera casada por la Iglesia y, a pesar de ser pecado, decidiera abortar, podría hacerlo sin permiso, aunque con riesgo de acabar con sus huesos en la cárcel.
Casada por la Iglesia no con 16 años, sino con 14 porque, según el Derecho Canónico, la edad es motivo de "inhabilidad del varón y de la mujer, para contraer matrimonio, antes de haber cumplido los 16 y los 14 años respectivamente". Tal cual. Según la Iglesia, una niña de 14 años puede casarse, consecuentemente mantener relaciones sexuales, y una vez casada, si las consecuencias de mantener esas relaciones no quiere afrontarlas, puede decidir por su cuenta, naturalmente como toda mujer casada, sin pedir permiso a sus padres.
Sugiere el asunto alguna reflexión sobre la hipocresía, pero también lleva al cansancio el hecho de tener que volver a recordar una vez más que, igual que el Derecho Canónico permite pero no obliga a una chica de 14 años a casarse, la Ley del Aborto no obliga pero protege a una chica de 16 años si decide abortar, como podría hacerlo, si así lo decidiera, con ley o sin ley que la amparara, cualquier casada de 14 años: sin pedir permiso a sus padres.
Periodista
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