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Sin salir de casa. El billete más barato

el 09 dic 2011 / 21:34 h.

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La apuesta estaba ganada haciendo Phileas Fogg su viaje alrededor del mundo en ochenta días. Había empleado para ello todos los medios de transporte, vapores, ferrocarriles, coches, yatchs, buques mercantes, trineos, elefantes. El excéntrico caballero había desplegado en este negocio sus maravillosas cualidades de serenidad y exactitud. Pero, ¿qué había ganado con esa excursión? ¿Qué había traído de su viaje? Julio Verne se hizo esta pregunta en el párrafo final de La vuelta al mundo en ochenta días, una pregunta que muchos aspiran a responder hoy día para sí mismos.

El espíritu viajero está latente en la sociedad actual. En otras épocas, nacer, crecer y morir en una misma zona era lo normal. Ahora parece que no podemos pasar un fin de semana, un puente o unas vacaciones sin hacer la maleta y disfrutar de otros parajes, otras gentes, otra gastronomía y otras costumbres. Posiblemente la globalización, internet, la madurez y la paternidad tardía, la desintegración de muchos núcleos familiares, la cultura y la facilidad para visitar otros países ha revitalizado el espíritu aventurero. Lejos o cerca, un viaje es sinónimo de placer, de vacaciones. Relacionamos salir de nuestro entorno con relax y ausencia de estrés. Pero no todo el mundo piensa igual o necesita lo mismo.

Aquellos a los que no les gusta hacer el equipaje o no deseen pasarse las horas buscando en internet algún billete milagroso tirado de precio; aquellos que amen las comodidades, estén afectados por la crisis, tengan niños en edad de no viajar, necesiten reposo; o a los que les aterre ponerse vacunas, el jet-lag, el síndrome de la clase turista, viajar en avión, pasarse horas en andenes y aeropuertos, o la parafernalia de pasaportes y visados, esos pueden complacer esa posible ansia de escapada –al menos en parte– a golpe de mando.
En los últimos tiempos, el eco de nuestras necesidades viajeras ha encontrado un formato televisivo rentable para las productoras. En los canales han proliferado los llamados programas de viajes donde, sin movernos de casa, somos testigos de las experiencias y vivencias de otros que sí apostaron por descubrir otros mundos alejados de sus lugares de origen. Así, cámara en mano y con un billete a cualquier parte, la tele nunca ha viajado tanto en tan poco tiempo, dando la vuelta al mundo varias veces para enseñarnos parajes exóticos desde el punto de vista del turista y del residente. ¿Quién se iba a imaginar que un formato tan barato iba a acumular tanto éxito de audiencia?

Nueva York, Bali, Buenos Aires, Sidney, Roma, Bangkok, Zagreb, Atenas, Cancun, El Cairo, Sri Lanka, Osaka o Laponia son algunos de los destinos que se han podido ver en la pequeña pantalla. Y noticia es que, desde hace pocos años, la atractiva oferta del siempre recurrente canal Viajar no es la única. Desde la cadena nacional, el espacio Españoles por el mundo (martes, 22.15 horas) nos ha conducido por todo el planeta hacia lugares donde algún español ha decidido hacer su vida. Con Destino España (martes, 23.50 horas) han hecho lo mismo pero al revés: nos enseñan los rincones del país desde los ojos de un extranjero que ha decidido vivir entre nosotros. Y como también se viaja social y gastronómicamente, espacios como Buscamundos (La 2 viernes, 22 horas), Babel en TVE (La 2 domingos, 12 horas) o Un país para comérselo, con Juan Echanove e Imanol Arias como viajeros de excepción, nos han llevado por los fogones de cada región y por otras tradiciones.

En Antena 3, Arena Mix cada verano nos da a conocer playas nacionales e internacionales que relajan sólo con verlas. Los chiringos, la marcha de sus costas y los veraneantes y gentes del lugar forman parte también de este refrescante espacio. Con su apuesta en Maneras de vivir también se echa la mochila al hombro, pero esta vez para enseñarnos a lo que se dedican los lugareños. Telecinco, la menos prolífica con este tipo de espacios, tuvo su original apuesta con Dutifrí, donde Javier Sardá, acompañado de un personaje de la política, la cultura o de cualquier ámbito social se adentró, entre otros destinos, en un safari por Kenia o en las calles siempre ajetreadas de Tokio para darnos su particular, irónica y transgresora visión de cada país. Cuatro, que no sin pocas críticas ya logró interés por parte del público cuando embarcaba a sus Callejeros a conocer los barrios de las ciudades españolas, decidió dar el salto internacional con Callejeros viajeros que, enseñándonos más los lugares que a sus gentes, en breve estrenará su nueva temporada. También en Cuatro, enmarcado en reality, el concurso Pekín Express nos lleva de viaje, en esta última edición que mañana finaliza, a través de África. En La Sexta, por su parte, tuvo su éxito Planeta finito mientras se recorría el mundo en clave de humor.
Es más, si nos adentramos en las televisiones autonómicas vemos que no son sólo los andaluces los que viajan. Aragoneses, canarios, catalanes y, por supuesto, andaluces están por el mundo recibiendo a las cámaras. Programas muy vistos son Destino Andalucía (sábado, 14 horas), Viajeros por Andalucía (viernes, 7 horas) o Diez razones (sábado, 20 horas). Este último es un miniespacio que recomienda un punto de la geografía andaluza pero que no siempre cuenta con el agrado de los lugareños que, con frecuencia, creen que se dejan fuera cosas importantes y mencionan otras que no lo son tanto. Desde 2006, Andaluces por el mundo ha seguido la trayectoria de nuestros vecinos en el extranjero. Primero en Canal Sur 2, para desde abril de 2010 pasar a Canal Sur Televisión, donde se emite en prime time los jueves en su décima edición y hasta el próximo 29 de diciembre. Con varios premios en su haber, han visitado 153 destinos facilitados, en gran parte, por el papel que juegan las redes sociales, las embajadas, las madres, los hermanos y los amigos de andaluces que residen en el extranjero y que contactan con el programa para que acudan a entrevistar al familiar.

La pasión por viajar, el ver lugares que tal vez no visitemos nunca, el que nos sintamos inquilinos de cada hotel, ser amantes de cada cultura, de la arquitectura, de la naturaleza o de la aventura, ha dado el triunfo a estos programas que nos ayudan a descubrir el mundo. Pero cabría preguntarse si de tanto exprimirlos no estarán quemando el formato. De hecho muchos otros, de gran éxito, se han explotado tanto que han terminado desapareciendo. El que haya innumerables ciudades que mostrar no quiere decir que el espectador no termine saturado con tanto donde acudir y con tan poco margen de tiempo entre una edición y otra. Tal vez sería el momento de planteárselo. Es una pena que por hastío caigan de la parrilla espacios como estos que tanto enganchan y tanto interés despiertan en el espectador.

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