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Sin telón

La vida del rey del pop no ha terminado con un telón que cubra su camilla. Tampoco se ha dejado de ver la trastienda dramática de una muerte mediática. No hay entradas para su muerte, ni bises. Sólo se muere una vez, y ése es el final del concierto...

el 16 sep 2009 / 04:51 h.

La vida del rey del pop no ha terminado con un telón que cubra su camilla. Tampoco se ha dejado de ver la trastienda dramática de una muerte mediática. No hay entradas para su muerte, ni bises. Sólo se muere una vez, y ése es el final del concierto.

¿Alguien puede imaginar una muerte natural para quien durante décadas jamás ha dejado de impresionar? Entre artificios mágicos de David Copperfield, escándalos pedófilos y cambios de color yace ahora un producto de marketing dentro del que vivía un hombre que nunca quiso crecer. Cada lanzamiento discográfico era un truco de magia. Cada gira superaba a las anteriores, de cualquier artista y en cualquier país.

Supo aliarse con el mejor productor del mundo en su momento, Quincy Jones, para crear los álbumes más vendidos de la historia. Trató con Paul McCartney para operar con el nuevo oro de los derechos de autor, y con la hijísima del icono rock de todos los tiempos, Lisa Marie Presley; y con una enfermera, madre de su primer hijo, para llamar la atención de un mundo que asistía, atónito, al espectáculo más grande del mundo.

Una vez pedí a una famosa cantautora que se ciñera a dos minutos en su actuación en la radio. Su respuesta fue "cuando veas que se acerca la hora, me avisas y hago un chimpún". Los más grandes saben cómo acabar de repente sin diferenciarse de lo que ha sido el resto de la canción. Así ha muerto el eterno niño Jackson. Con un enorme chimpún planetario que nadie, salvo él, podría dar. Eso sí, sin telón.

Juanma Ortega es comunicador.

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