No seré yo quien juzgue si el Laredo ha quedado bien o no. El libro de los gustos está en blanco. Pero lo que sí pretendo es hacer una serie de consideraciones sobre la remodelación de aquel local. Y es que, según el delegado provincial de Cultura, Bernardo Bueno, lo realmente valioso se destrozó en el año 92, y no ahora. Si la Comisión de Patrimonio dice que hay que reponer algún elemento de la fachada, la familia Robles lo tendrá que hacer. Por cierto, su predisposición es total. Esa familia no sabía que tenía que comunicar nada a Patrimonio porque nadie del Ayuntamiento se lo dijo. Tampoco desde Urbanismo se entendía que hubiera que hacerlo inicialmente, porque se trataba de obras de carácter menor, o sea, de una adaptación, no de una nueva edificación. Y por último, ¿alguien se cree que Juan Robles, a sus años, va a querer meter la pata en un inmueble ubicado en pleno corazón de la ciudad, sabiendo que iba a estar en los papeles en cuestión de minutos?
Periodista. opinion@correoandalucia.es
