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Sobresalientes para todos

El sevillismo está feliz, y eso es lo importante. Así podríamos resumir la temporada futbolística que el Sevilla Fútbol Club cerró este domingo de manera, según mi baremo, sobresaliente.

el 19 may 2014 / 00:21 h.

Los jugadores del Sevilla agradecieron el apoyo de la afición. / José Manuel Vidal (EFE) Los jugadores del Sevilla agradecieron el apoyo de la afición. / José Manuel Vidal (EFE) El sevillismo está feliz, y eso es lo importante.  Así podríamos resumir la temporada futbolística que el Sevilla Fútbol Club cerró este domingo de manera, según mi baremo, sobresaliente. Concedo esta altísima nota porque el club supo volver a sus orígenes. Volver a la humildad para crecer de nuevo. Así comenzó la campaña en verano. El anterior presidente, José María del Nido, y el director deportivo, Ramón Rodríguez Monchi, no tuvieron reparo alguno en decir que la campaña fue un absoluto fracaso, miraron a la cara a los aficionados para pedirles perdón y comenzaron un nuevo proyecto a tres años vista que en el primer año ha dado el mayor fruto que se podía soñar. Un nuevo título europeo y una quinta plaza en la Liga que, aunque pudo ser algo mejor, creo que ningún aficionado debe tener queja alguna porque con un equipo completamente renovado y sin la presión de entrar obligatoriamente en Europa ha logrado llegar a la zona noble después de remar y remar contra todo tras un inicio de temporada para olvidar. Seguramente, tanto el entrenador como los jugadores habrán aprendido bastante. Buena parte de culpa de este sobresaliente la tienen, además de los jugadores, Monchi y Emery. El primero ha renacido como el Ave Fénix y ha logrado armar una plantilla que en nueve meses vale bastante más de lo que costó en verano. El técnico, por su parte, ha vuelto a dejar claro que es un trabajador incansable y que ha sabido sacar lo mejor de –casi– todos los jugadores. Hay algún lunar negro en la plantilla, tirando a rubio, que no ha querido dar ese paso que tanto el técnico como la afición le han pedido. No olvidemos tampoco a José Castro, que supo mantener la calma cuando el club convulsionó en diciembre. Termino con la afición, que merece otro sobresaliente. Después de una campaña en la que todo fueron problemas y el estadio era un solar, el sevillismo de base ha vuelto a ser un voraz tifón capaz de llevar al equipo a la victoria. Sin el apoyo de esta grada, tanto en casa como lejos de Nervión, todo lo que se ha conseguido –con ese nuevo himno oficioso reservado a las grandes tardes que suena a triunfo–hubiera resultado imposible. Enhorabuena a todos. El sevillismo es feliz, y eso es lo importante.

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