Cofradías

Sol, gaitas, bulla, gozo: un Domingo de Ramos redondo

La jornada se salda sin apenas retrasos ni incidentes y con nueve cofradías que lo bordaron.

el 28 mar 2010 / 21:30 h.

La Semana Santa no ha podido empezar mejor. El vivido ha sido un Domingo de Ramos memorable, con sus bullas más o menos controladas, con los horarios cumplidos, como el año pasado, con precisión suiza por parte de las hermandades, con los juanetes intactos para la batalla y todas las ganas de hacer disfrutar a los sentidos. Vamos, con todos los avíos y algún extra, como el que permitió contemplar a siete gaiteros tras el misterio de Jesús Despojado.

La mañana amaneció soleada, entre primaveral y estival. El día propicio para estrenar las mejores galas, pero sólo de tobillos para arriba, porque lo de lucir calzado nuevo un Domingo de Ramos ya se sabe que trae consecuencias serias... Los poyetes estaban ayer más disputados que nunca y las tiendas multiprecios no paraban de vender agua, sillitas plegables y las socorridas tiritas.

Y la noche, o más bien la madrugada, acabó entre repelucos de emoción y de frío, porque el mercurio cayó a eso de las ocho de la tarde y cogió de sorpresa a más de uno que hoy seguro que anda moqueando; pero eso sí, con la memoria llena de estampas siempre iguales y a la vez siempre distintas.

Y ayer había donde escoger. No fue un Domingo de Ramos capitalizado como casi siempre por La Estrella, La Amargura, El Amor y La Hiniesta, más las pinceladas gozosas que aporta la Borriquita. Todas estas volvieron a encandilar, como siempre, pero las más modestas, si es que pudiera denominárselas así, vienen pegando fuerte, y este 2010 reclamaron mucha más la atención mediática y la del respetable.

Es el caso de Jesús Despojado, una de esas cofradías que da gusto esperar desde la cruz de guía hasta el último músico que resuena tras el palio.

Manejable, con el cuerpo de nazarenos apto para cualquier tipo de pies, y encima con esos dos pasos y ese recorrido. Para colmo, ayer, en su camino de ida, sonaron tras el misterio las gaitas de siete músicos llegados para la ocasión de Madrid, concretamente de la banda de gaiteros Aderradeira.

Fusionadas con las cornetas, los xilófonos, los tambores y las flautas, componían una sinfonía de homenaje a los sones antiguos de la Guardia Civil y a la vieja banda de la hermandad cada vez que interpretaban El alba, Marcha Inédita y la Salve. Y cosecharon tantos aplausos como la cuadrilla de un paso que trianea con exquisito gusto. "De aquí nos van a tener que echar los GEOS, porque estamos en la gloria", contaba uno de estos viejos corneteros que ayer descumplieron 30 años -los que hacía que no tocaban- con cada soplido.

Aunque si de trianear se trata, lo bordaron los taquitos de jamón ibérico 5J que tiene por costaleros el Cristo de las Penas de La Estrella, que se entienden a la perfección con las cornetas de la Presentación al Pueblo de Dos Hermanas.

Por cierto, si ayer hubo dos exornos florales que dieron que hablar, ésos fueron los de dos misterios: el de las Penas y el de Jesús Despojado. Los nombres mejor no reproducirlos, pero el efecto causó sensación.

Otra cofradía que da gusto esperar es la Sagrada Cena. Hasta tres marchas gastó el misterio en su revirá de Laraña a Orfila, para después meter la directa y encajarse en Lasso de la Vega en un periquete. Y qué decir del segundo paso, uno de los tapados del día pero que rezuma perfección por los cuatro costados. Y la guinda, el palio todo clasicismo de la Virgen del Subterráneo, del mismo corte que el que lució ayer la Estrella.

A la hora en que el palio dejaba las inconclusas setas de la Encarnación, el palio de la Paz entraba en Campana con esa peana de estreno que es toda una virguería neogótica.

Y cadenciosamente, la tarde fue cayendo sobre Sevilla, dejando resplandeciente y limpia una luna llena que no quiso perderse el regreso de La Hiniesta por su barrio, los sones macarenos que gastó San Roque y el bucle Silencio blanco-Amarguras llegado de San Juan de la Palma.

El epílogo, un año más, lo puso la cofradía del Amor, brillante colofón a un día redondo.

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