Cultura

Soledad Puértolas entra en la RAE de la mano del Quijote

"La literatura es un asunto de vida o muerte", asegura en su discurso de ingresa esta novelista, que se convierte en la quinta mujer académica de esta institución

el 21 nov 2010 / 20:39 h.

Puértolas conversando ayer con el presidente de la RAE, Víctor García de la Concha.
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La novelista Soledad Puértolas (Zaragoza, 1947) ingresó ayer oficialmente en la Real Academia Española, convirtiéndose así en la quinta mujer con que cuenta esta institución en la actualidad. Elegida académica de la Lengua el pasado 28 de enero, después de que su candidatura, respaldada por José Antonio Pascual, Luis Mateo Díez y Carmen Iglesias, lograra los votos necesarios, Puértolas ocupará el sillón g de la RAE.

Esta narradora y ensayista reforzará a partir de ahora la escasa presencia femenina que hay en la Academia, que hasta ahora sólo contaba con cuatro mujeres: la escritora Ana María Matute, la historiadora Carmen Iglesias, la científica Margarita Salas y la filóloga Inés Fernández Ordóñez.

Puértolas siente "pasión por la literatura" desde niña y ayer la demostró al reflexionar, en su discurso de ingreso en la Real Academia Española, sobre los personajes secundarios del Quijote, esa obra que fue desde el principio "un tratado sobre la literatura y la vida".

"La literatura se vive con la pasión de una oportunidad única y se convierte en un asunto de vida o muerte", decía esta narradora y ensayista ante las más de 600 personas que asistieron a su ingreso oficial.

Puértolas se considera "una permanente aprendiz de la expresión escrita", pero su discurso fue una lección magistral por más que, como ella afirmara, sus palabras procedan "de la intuición solitaria del creador".

Con pulso certero y "llaneza", esa cualidad que tanto le gustaba a Cervantes, la escritora rindió "un pequeño tributo" a esos personajes que ayudaron a don Quijote "en su lucha por imponer sus ideales" y que, de una u otra forma, acercan al lector al "enigma" del caballero.

La novelista llega a esta institución con una "aliada esencial": "la lengua".

"Su capacidad de ser moldeada, de adaptarse a los más variados y extraordinarios hechos, sueños y fantasías, ha supuesto para mí uno de los grandes regalos de la vida", decía la escritora, galardonada con premios como el Planeta, el Anagrama de Ensayo y el de las Letras Aragonesas.

Como manda la tradición, la nueva académica elogió a su antecesor en el sillón "g", el científico Antonio Colino, y destacó su dedicación a profundizar en "la colaboración estrecha entre la ciencia y el lenguaje", una labor "indispensable si se quiere vivir de acuerdo con los tiempos".

Ese sillón representa para ella "el vasto mundo de los misterios científicos y de todos los misterios", subrayaba la escritora, quien en su juventud también investigó sobre la teoría del lenguaje, pero dejó pronto "los umbrales de la ciencia" por su "disposición instintiva a no buscar verdades ni certezas".

"La indagación literaria parte de la incertidumbre y el riesgo, y no persigue conclusiones ni resoluciones", indicaba esta novelista que, según diría luego el académico José María Merino, en su discurso de respuesta, ha acuñado en su obra "un estilo inconfundible, singularizado por la concisión y una misteriosa naturalidad".

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