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Sólo existe mi colegio

Si pudiera escolarizar a su hijo en cualquier colegio de Sevilla, ¿elegiría la mejor escuela o la más cercana a su casa? Casi todas las familias buscan el colegio más próximo a su domicilio, y entre ellos eligen el que creen mejor.

el 16 sep 2009 / 02:15 h.

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Si pudiera escolarizar a su hijo en cualquier colegio de Sevilla, ¿elegiría la mejor escuela o la más cercana a su casa? Casi todas las familias buscan el colegio más próximo a su domicilio, y entre ellos eligen el que creen mejor. Con este fácil esquema, los padres buscan una buena escuela, a la par que se facilitan la tarea de dejar a sus hijos en la puerta del centro de camino al trabajo cada mañana. Esta sencilla estrategia ha permitido que nueve de cada diez niños logre entrar a la primera en el colegio que ha elegido, según la primera lista provisional de admitidos que se hizo pública ayer en los colegios.

Ocurre, sin embargo, que hay un 10% de familias en Sevilla que no espera a ver qué colegio le toca a su hijo. Estos padres quieren una escuela concreta, y no les vale la que está al lado, ni la de más allá. En ese porcentaje se mezclan unas 2.000 familias, y sus argumentos son mucho más heterogéneos de lo que parecen.

A ojos del público da la impresión de que los padres disconformes con el colegio que les ha tocado son sólo los que eligieron un centro concertado y les han dado uno público. Pero, entre las familias que se toman la molestia de entrar en un colegio y sentarse a hablar con el director sobre la escuela, hay mucha más diversidad. Hace unos años se hizo una encuesta por los centros más demandados -públicos y concertados- y de ésta se dedujo que, a la hora de matricular a su hijo, la mayoría se fija en las infraestructuras del centro, en si tiene comedor y aula matinal; otros preguntan por la implicación de los profesores con sus alumnos; y algunos incluso quieren saber qué proyectos de innovación docente desarrollan. De todas estas dudas, la única que podrán resolver con más objetividad es la del estado de las instalaciones: las aulas, la fachada, el patio, el gimnasio, el salón de actos, la calefacción en invierno, la ventilación en verano, el comedor, las actividades de tarde, el aula matinal... Si la Junta tiene alguna responsabilidad directa en este malentendido pulso entre la pública y la concertada es no haberse esmerado más en abrillantar alguno de sus colegios más viejos. Los hay con más de 30 años en esta ciudad, y aparentan tener mucha más edad.

Una década atrás, nadie quería matricular a su hijo en el colegio Juan XXIII. Tenía mala fama. En realidad la fama se la había granjeado el barrio, porque a finales de los 90 quedaban muchos solares vacíos donde paraban a pincharse los toxicómanos. Estos solían arrojar las agujas por encima de la tapia de la escuela, y aquello llegó a oídos de las televisiones. La historia terminó lastrando el trabajo que hacían los profesores del colegio. Tardaron más de una década, pero lograron darle la vuelta a la historia.

Este curso, el Juan XXIII, con muchos de los maestros que trabajaban en las aulas hace diez años, ha ofertado 50 plazas de Infantil para niños de 3 años y han recibido 91 solicitudes. Más de 30 chavales tendrán que ser reubicados en los colegios de alrededor que aún tienen vacantes.

La preocupación de los maestros del Juan XXIII era muy distinta hace una década: cada curso recibían menos matrículas y Educación les advertía que si seguían perdiendo alumnos les tendrían que retirar unidades y profesores. El que fue director del centro durante muchos años, Antonio Ruiz (ahora inspector en la delegación), solía salir por el barrio con publicidad del colegio y la iba metiendo por los buzones. Salía a la calle a convencer, cara a cara, a las familias de Rochelambert, y después calculaba cuántos niños necesitaría para que la Junta no les cerrasen otro aula. No hay nada más triste en un colegio que tener aulas vacías y pasillos en silencio. "Antonio se iba a los solares donde estaban construyendo urbanizaciones nuevas y venía diciendo: a ver si terminan pronto, que de ahí nos van a venir muchos alumnos", recuerda ahora su sustituto en la dirección, Enrique Calderón.

En el mismo tiempo se ha ganado la buena fama otro colegio público, muy cercano a éste, el Jorge Juan, que ha dejado fuera a 46 chavales en lista de espera, más que el Portaceli y el Altair. "El año pasado ofertamos 50 plazas y la delegación nos pidió que aceptáramos un curso más a cambio de ampliarnos las instalaciones. Pero ni con 75 plazas ha sido suficiente", dice el director Francisco Muñiz. Muñiz cree que no son mejores, "pero hemos trabajado para crear una buena imagen de nuestro colegio", y eso les pone por delante de los otros 18 centros de la zona.

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