-Hace justo dos décadas, cuatro utópicos, entre ellos Paco Casero, montaron esto de la agricultura ecológica y ahora son un referente internacional...
-Éramos gente con inquietudes en medio ambiente y conscientes de los problemas de nuestro sistema productivo. En 1991 creamos el Comité Andaluz de Agricultura Ecológica, no había referencia en España y teníamos más voluntad que una idea empresarial estructurada. Fue bueno que surgiera así, se partía de cero y de nuestras propias capacidades, sin depender de nadie, ni siquiera financieramente de la administración, aunque tutelados por la Consejería de Agricultura. Eso sí, el empujón lo daría, en 1996, la aparición de las ayudas agroambientales, pues muchos agricultores se dieron de alta. Dejamos esa tutela y nos convertimos en una asociación empresarial privada y sin ánimo de lucro con una base social de 11.000 miembros.
-¿A qué se debe el empuje?
-A que el campo sufre la gran incertidumbre actual de qué hacer. La agricultura y ganadería ecológicas son muy profesionales y muy competitivas y eso se refleja en un mayor valor añadido. Y pese a que cuesta más producir que la convencional, tiene su compensación en los precios y en una mayor estabilidad de la demanda. Hay nicho de mercado y Andalucía es internacionalmente muy valorada por la amplitud de su oferta y su profesionalidad.
-¿Por qué casi todo va hacia la exportación?
-Porque en Europa existen demanda y canales de distribución y venta. Nuestro problema en Andalucía es que partíamos de cero, tan sólo hay pequeños distribuidores y pequeños puntos de venta, y si no se desarrollan, difícilmente podremos avanzar.
-Dice Ricardo Serra, el presidente de Asaja de Andalucía, que aquí compramos patata vieja de Francia y exportamos patata de calidad a Francia...
-A las administraciones sólo les pido que faciliten la labor de las empresas, que su maquinaria burocrática no suponga un freno. Se debería crear la Oficina del Defensor del Emprendedor, porque es inconcebible que un proyecto empresarial se demore uno o dos años a causa de la burocracia. Eso por ahí. Pero también habría que preguntarse por qué el debate de las cooperativas sigue siendo producir más y no vender más, por qué somos la tierra del aceite y no conocemos sus variedades o por qué no distinguimos la patata nueva de la vieja. En esto todos tenemos parte de responsabilidad.
-¿Sólo se mira el precio?
-Efectivamente, y es un error. La sociedad debería tener una visión más general. En la agricultura ecológica, producimos alimentos saludables, sí, pero también estamos comprometidos en nuestras explotaciones con las energías verdes, con ahorrar agua, hacemos el compostaje con residuos... y el valor añadido queda aquí.
-¿La agricultura ecológica es más rentable que la tradicional?
-Es más viable y responde a los retos que tiene el campo. Los precios, asimismo, son más estables, toda una garantía hoy en día para los agricultores.
-¿Y cuál es el perfil del agricultor o ganadero ecológicos?
-Hay de todo, pero sí que la renovación generacional es muy baja y los intentos de la administración para impulsarla han resultado un fracaso. No han constituido un revulsivo y el mecanismo burocrático desespera. En general, toda la agricultura necesita del reconocimiento social que la haga atractiva y atraiga a jóvenes. Ninguna Medalla de Andalucía ha habido hasta ahora para el agricultor, muestra del comportamiento que hay hacia él, olvido. En la escala de valores sociales, los agricultores deberían ser los primeros, porque la agricultura es alimentación, medio ambiente, paisaje y cultura.
-Será porque los agricultores lloran mucho...
-Nosotros no lloramos. No hablamos de ayudas, la imagen que, injustamente, se da de la agricultura, sino de compensaciones de la sociedad hacia la agricultura por toda esa labor. Si una persona no tiene nada que aportar, no debería recibir esa compensación. Nosotros fomentamos el empleo, no el desempleo.
"Es vital la mejora de los caminos rurales"
-A las puertas de otra reforma de la PAC, ¿qué le pide usted?
-Cuando leo la respuesta de Andalucía y Madrid a la Comisión Europea, me produce tristeza, porque plantean que todo siga igual y todo no puede seguir igual para una situación nueva marcada por el cambio climático, por la erosión de los suelos, por la contaminación de los acuíferos... Sí debe haber un tratamiento diferenciado por territorios y mantener ciertos cultivos por su impacto social y económico pero, insisto, el debate de mantener todo igual es pobre.
-¿Cómo percibe los problemas actuales del campo andaluz?
-Nosotros tenemos confianza, no miedo, el futuro está en nuestro sector, la agricultura ecológica, lo tenemos clarísimo. Es más, estoy convencido de que el gran debate de la humanidad no sólo será el de la energía y el agua, también el de la alimentación, como prueba el que cada vez haya más interés por controlarla. Europa no puede dejar que su alimentación dependa del mercado internacional.
-Los detractores de la agricultura ecológica dicen que ésta, al ser menos productiva y más cara, no solucionará el hambre en el mundo...
-Un argumento simplista. ¿La convencional ha sido capaz de eliminar el hambre en el mundo? ¿Cuáles son los costes medioambientales de ese tipo de agricultura? ¿Se podrá mantener con los precios actuales del petróleo, que arrastran a los de los fertilizantes? Si tenemos en cuenta todas esas consecuencias, al final resulta que la ecológica es más barata, más estable, menos dependiente.
-En general, ¿cree que hay desprecio hacia la actividad agraria?
-Por parte de ciertas áreas de la administración, sí. Un ejemplo. Ni un problema para hacer la gigantesca SE-40, mientras que para arreglar un simple camino rural, todo es problema. Mejorar la red de caminos es vital para la economía agraria.
