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Sólo una de las 18 familias de la corrala Ilusión tendrá techo

El Juzgado nº 3 ha dado un mes para que abandonen el edificio de Lumbreras.

el 06 abr 2013 / 22:58 h.

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Corrala La Ilusión. Corrala La Ilusión.

A media tarde de ayer la calle Lumbreras 13 y 15 dormía su siesta en medio de un incómodo y autoimpuesto silencio. Cerrado a cal y canto, este fortín del 15-M en el corazón de la ciudad tiene los días contados y su nombre, Corrala La Ilusión, que aún puede verse inscrito en vistosos colores en la fachada, adquiere visos fatídicos. El viernes, el Juzgado nº 3 de Sevilla advertía a la abogada de las familias del edificio ocupado que estas deben ir procediendo a desalojar el inmueble antes de que, en el plazo de un mes, sean expulsadas por la fuerza.

Ni la robustez de la construcción, ni su hermética apariencia suponen valor alguno ante un hecho que ayer todos sus inquilinos aceptaban con mayor o menor resignación. A través de una ventana y con la persiana casi bajada del todo, Ana reconocía que en esta semana ella y sus dos hijos lo recogerán todo y volverán a marcharse:“No te puedo decir a dónde, porque no lo sé, quizás a casa de mi madre, o a lo mejor debajo de un puente hasta que reúna fuerzas para entrar en otra casa y que me dejen estar lo que me dejen”, aseguraba con la mirada perdida.

Fue a finales de noviembre de 2012 cuando 18 familias que no podían acceder a una vivienda –entre ellas, menores de edad, mayores de 60 años y personas arruinadas– decidieron realojarse en un edificio de pisos que ni siquiera tenía realizada la acometida de luz de la calle al inmueble. Después de cuatro meses sin suministro de ningún tipo, algunas inquilinas pidieron ayuda al Defensor del Pueblo Andaluz, pero “de nada ha servido”, decía ayer Mari Paz, amiga de una de las personas que viven allí: “Dentro cunde el desánimo, la gente o discute o llora pero todos saben que la única solución es largarse”.

Sólo un vecino tiene el futuro más claro después de que, tras 40 años trabajando, haya podido jubilarse y percibir un dinero que le permitirá pagar un alquiler. Otros, como la pareja formada por Antonio y Libertad, hace ya algún tiempo que decidieron irse:“En La Ilusión nació nuestra niña, pero no podíamos vivir sin luz ni agua, así que decidimos entrar por nuestra cuenta en una casa”, reconoce él. Ahora viven en ElCerezo y, como pueden, pagan la comunidad:“Los vecinos nos apoyan y vivimos más tranquilos, aunque la Policía ya nos ha visitado para amenazarnos... a ver lo que duramos aquí”, suspira.

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