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¿Somos buenos anfitriones?

Para ser anfitrión se requiere: limpieza a fondo, esconder lo que no se desee que sea visto y tener la mejor comida.

el 18 abr 2011 / 13:06 h.

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Una encuesta realizada por Skyscanner, la empresa buscadora de vuelos baratos, valora a los turistas del mundo según su carácter en la ciudad que visitan o las propinas que dejan, por ejemplo. Pero ninguna encuesta los valora como anfitriones. Los sevillanos ¿son buenos o malos anfitriones?


"Se me abren las carnes cada vez que viene mi cuñada", sentencia María Jesús Chacón, de 52 años. Vive en Triana y es ama de casa. Es una visita perenne en las vacaciones de Navidad. Es de un pueblo de Málaga y "no va estar yendo y viniendo". Como hermana de su marido la quiere, "ya son treinta años", pero cada vez que se acerca la fecha se pone negra.

Después de tanto tiempo lo de ser una invitada no se le ha quitado: "No ayuda ni a poner un cubierto y encima se queja de que la comida es la misma durante 2 ó 3 días seguidos." Es normal con las comilonas navideñas, que sobra y hay que consumirla, no se va tirar con el hambre que hay el mundo ¿no? Y además "es muy cotilla, tiene que remirar todas las fotos" que ya ha optado por esconderlas puesto no tiene por qué verla "en bikini con la carnes que tengo" comenta riendo sin parar. Sea como fuere, María Jesús le atiende como uno más.

Pero esto no quiere decir que no le gusten las visitas. Le encanta recibirlas. Se nota que es un pedazo de anfitriona, de las que lo tienen todo siempre dispuesto por si las moscas. La casa limpia y comida en la despensa. "Si viene alguien de imprevisto tengo que ofrecerle mínimo algo que tomar. Las puertas de mi casa siempre están abiertas para todos."

El segundo es José Manuel Rodríguez, un abuelete de 71 años. Con toda la tranquilidad del mundo apoyado sobre su bastón, sentado en un banco de la Gavidia, es de los que dicen "lo que diga mi mujé". A él que se quede gente en su casa ni fu ni fa: si son familiares, perfecto porque "no hay nada como estar con la familia" sobre todo si vienen los nietos. Se le cambia la cara al hablar de ellos. Pero si es alguien por compromiso porque su mujer "es muy cumplida", intenta ir a lo suyo y punto.

Dice que una vez se les plantó "casi de un día para otro" una amiga de su esposa, de estas que aparecen de la nada y se enteran a través de alguien que vives en la capital "en Puerta Osario, céntrico, y le echó cara". Llamó en plan ¿cómo estás? Quería visitar Sevilla y en su casa que se plantó. "Menos mal que fue un fin de semana y porque me puse como un viejo cascarrabias para que no se quedara más tiempo -y a primera vista es una persona agradable- porque ni mi mujer le aguantaba" y se negaba a que siguiera gorroneando. Una cosa es ser generosos y otra tontos. "Cada mochuelo, a su olivo."

Almudena Iglesias es profesora de inglés y tiene 34 años. Riéndose, asegura que da gracias por vivir, tras casarse, en Alcalá de Guadaira porque así las posibles visitas no deseadas se le echan para atrás, como antiguos amigos de su maridito a los que nunca aguantó. "La gente cuando viene a Sevilla quiere ver la capital. Nosotros no estamos ni lejos ni cerca, y eso echa para atrás", algo que le gusta porque ya tiene una vida bastante ajetreada como para andar pendiente de tener la casa perfecta para el que sea. "Me gusta llegar a mi casa y estar a mis anchas", y no preocuparse de si hay alguien de confianza o no.

La idea general es quedar bien, pero hay que tener cuidado con quien porque puede ser el mejor anfitrión del mundo que se topará con alguien que le saque de sus casillas.

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