Sonidos de barrio y silencio marcan los días grandes de la Pasión en Utrera

El Jueves Santo en Utrera está cargado de contrastes y de sonidos que llevan al cofrade desde el arrabal trinitario -ayer imaginariamente en la avenida San Juan Bosco- hasta el silencio sepulcral que traen Jesús Cautivo y la Virgen de las Lágrimas. Hermanas de parroquia pero con idiosincrasias radicalmente opuestas, ambas hermandades protagonizan el comienzo de los días grandes de Semana Santa.

el 01 abr 2010 / 17:47 h.

La Vereda volvió a ser ayer punto de comienzo de la jornada. Por tercera vez en estos días, las puertas de la basílica de María Auxiliadora se abrieron para que su interior se inundara del sol del atardecer utrerano. Desde allí, un año más debido al cierre de la capilla de la Trinidad, aquella cofradía que el Domingo de Ramos era todo júbilo paseando a la Borriquita por las calles de la ciudad, ayer caminó con su Cristo de los Afligidos, crucificado y muerto sobre un monte de claveles rojos. La utrerana agrupación musical Muchachos de Consolación puso los acordes que sirvieron de mecida a esta talla de la escuela montañesina, dejando de nuevo estampas para la historia al pasear ante el colegio salesiano.


Cerrando el cortejo de antifaces celestes y túnicas blancas, la Virgen de los Desamparados, la misma que al comienzo de Semana Santa paseaba vestida de hebrea por Utrera, anoche lo hizo ataviada con ropas de Reina y bajo su palio perfumado con rosas blancas. Bellísima dolorosa, señalada como una de las mejores de Sebastián Santos, llegó de regreso al templo en un improvisado barrio de la calle La Fuente, ya en plena Madrugá, a los sones que marcaba la banda de música Ciudad de Utrera.

Mientras esta cofradía realizaba su estación de penitencia, el voto de silencio resonaba en la parroquia de Santiago el Mayor, donde los hermanos del Cautivo, con su túnica negra de cola y cirio apoyado sobre el costado, comenzaban a bajar la rampa que les separa de los adoquines. Cristo maniatado, sobre su paso plateado, caminaba seguido de multitud de devotos que, junto a Él, recorrieron el itinerario previsto. Mientras, Nuestra Señora de las Lágrimas trajo consigo uno de los estrenos más destacados de este año: su nuevo paso de palio. De los llamados de cajón, estas andas se acercan más al estilo de la cofradía, seria, centrando de esta forma miles de miradas y de flashes que no quisieron dejar de contemplar la primera fase de este paso, realizado en plata de ley. Como ya ocurriera el pasado año, la candelería que ilumina el bello rostro de esta dolorosa estuvo marcada por distintas alegorías relativas a las letanías de la Virgen.

Y como la Semana Santa de Utrera se llena de contrastes en tan sólo unas horas, de la cofradía de barrio pasó a la de silencio, y de ahí a la fe por bulerías de Los Gitanos, que llenaron la Madrugá utrerana. Aunque eso... ya es otro capítulo.

  • 1