Cerrando el cortejo de antifaces celestes y túnicas blancas, la Virgen de los Desamparados, la misma que al comienzo de Semana Santa paseaba vestida de hebrea por Utrera, anoche lo hizo ataviada con ropas de Reina y bajo su palio perfumado con rosas blancas. Bellísima dolorosa, señalada como una de las mejores de Sebastián Santos, llegó de regreso al templo en un improvisado barrio de la calle La Fuente, ya en plena Madrugá, a los sones que marcaba la banda de música Ciudad de Utrera.
Mientras esta cofradía realizaba su estación de penitencia, el voto de silencio resonaba en la parroquia de Santiago el Mayor, donde los hermanos del Cautivo, con su túnica negra de cola y cirio apoyado sobre el costado, comenzaban a bajar la rampa que les separa de los adoquines. Cristo maniatado, sobre su paso plateado, caminaba seguido de multitud de devotos que, junto a Él, recorrieron el itinerario previsto. Mientras, Nuestra Señora de las Lágrimas trajo consigo uno de los estrenos más destacados de este año: su nuevo paso de palio. De los llamados de cajón, estas andas se acercan más al estilo de la cofradía, seria, centrando de esta forma miles de miradas y de flashes que no quisieron dejar de contemplar la primera fase de este paso, realizado en plata de ley. Como ya ocurriera el pasado año, la candelería que ilumina el bello rostro de esta dolorosa estuvo marcada por distintas alegorías relativas a las letanías de la Virgen.
Y como la Semana Santa de Utrera se llena de contrastes en tan sólo unas horas, de la cofradía de barrio pasó a la de silencio, y de ahí a la fe por bulerías de Los Gitanos, que llenaron la Madrugá utrerana. Aunque eso... ya es otro capítulo.