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SOS El ejército al auxilio

La de Écija fue la última hazaña llevada a cabo por la Unidad Militar de Emergencias.

el 06 mar 2011 / 18:03 h.

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Un efectivo de la UME entra en un sótano inundado de Écija.
El fax empezó a chirriar. Eran las 4.40 horas, pero en el centro de operaciones del segundo batallón de la Unidad Militar de Emergencias (UME) todo el mundo estaba despierto y en estado de alerta. El fax lo dejaba bien claro: la Dirección General de Protección Civil pedía que la unidad, especializada en catástrofes naturales, interviniera en una Écija inundada por el desbordamiento del río Genil. Era la noche del 7 de diciembre de 2010, hoy hace tres meses, cuando un tercio de la ciudad quedó bajo las aguas.


Pasaron 40 minutos antes de que se hiciera oficial la intervención. Otro fax recibido activó el dispositivo en el cuartel. Se hizo en presencia del teniente coronel García Palacios, que esa noche se estrenaba en su preparación para relevar como jefe del batallón al teniente coronel saliente Rodríguez Claudio. Tan pronto llegó la orden, la UME funcionó como un reloj. "El primer equipo está disponible para salir en menos de una hora con los medios, los vehículos y el personal necesario", relata el teniente Amador, de la compañía de intervención de riesgos ambientales del batallón. Y así fue: a las 6.25 horas partieron los primeros efectivos de la sede de la UME en Sevilla, en la base aérea de Morón de la Frontera.

En menos de seis horas se había desplazado a Écija la totalidad del dispositivo requerido: 247 militares, que se pusieron a las órdenes del puesto de mando civil que dirigía el alcalde, Juan Wic (PSOE). Su estancia fue de 72 horas, las necesarias para que la ciudad recuperara el pulso y recobrara una normalidad que, por desgracia, no terminó de llegar por otras cinco inundaciones, esas veces por el arroyo Argamasilla.

Tenían una misión urgente: evacuar a los vecinos. "Había gente dentro de sus viviendas y no tenían alimento o querían saber si sus familias estaban bien", explica el teniente Amador. No hizo falta el equipo de buceadores. Bastó con las zodiac. El resto de los medios se desplazaron por todo su radio de acción.

No obstante, la ruta de las embarcaciones comenzó en Isla del Vicario, que siempre es pasto de las aguas cuando el río viene crecido y sirve de prealerta para el resto de la población. Los militares acometieron allí los primeros rescates de un total de 28 que realizaron aquellos días. Pero la UME, además del rescate, también funcionó pensando en evitar males mayores y volver a la normalidad. Mientras unos militares iban casa por casa, otros, de la compañía de ingenieros, se desplazaron a primera hora de la mañana hasta la carretera de Herrera, donde improvisaron un dique en uno de los meandros del Genil para prevenir otra riada, si el río continuaba creciendo. "Finalmente no fue necesario porque el río bajó", comenta el sargento Palomares.

Ya no había peligro de vidas y se procedió a sacar todo el agua posible. Los camiones de la UME estaban cargados con bombas de achique, que se utilizaron para los garajes y sótanos. Pero también disponían de una bomba de lodo capaz de evacuar 5.000 litros por minuto. El sargento Palomares y su equipo hicieron uso del material en la calle del Puente, donde "había metro y medio de agua de profundidad y 30 de longitud". La bomba se activó y ocho horas después, habían retirado "15.000 metros cúbicos de agua y lodo". Tal era la situación en Écija que solicitaron dos bombas de lodo más -por su gran capacidad de absorción- que facilitaron los batallones de la UME de Valencia y Madrid. "La UME es un todo y hay que concentrar el esfuerzo en una emergencia, que no sólo se puede cubrir con los miembros del batallón en Sevilla, sino con los 4.000 efectivos del país".

Y todo este engranaje funciona con rapidez pese a la juventud de esta unidad, que lleva sólo cuatro años operativa. Eso se produce no sólo por su preparación, a la que dedican los 365 días del año, sino porque desde que empezó a trabajar han estado al auxilio de los ciudadanos. Tuvieron su bautismo de fuego en verano de 2007, con un triple incendio forestal: primero en la isla de Gran Canaria, después en Cerro Muriano y por último en Tenerife.

Ocurrió entre el 27 de julio y el 3 de agosto de 2007. Esa emergencia, en la que participaron otros batallones, les sirvió de experiencia para, un año más tarde, aplicarse con las primeras riadas en Utrera -el arroyo Calzas Anchas- y Ceuta en 2008. Hace dos años, el verano trajo otra ola de incendios forestales en España y, por último, antes de Écija, llegó el único lunar: la búsqueda infructuosa de Marta del Castillo.

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