Menú
Local

Sostenibilidad

Se preguntaba el Financial Times, hace unas semanas, cuál sería la próxima burbuja. Ha pinchado la inmobiliaria, antes la puntocom, ahora toca saber la que viene para poner proa a favor. Me voy a atrever a adelantarlo, a asumir el riesgo, con la venia de Cúchares: será la sostenibilidad.

el 15 sep 2009 / 07:05 h.

Se preguntaba el Financial Times, hace unas semanas, cuál sería la próxima burbuja. Ha pinchado la inmobiliaria, antes la puntocom, ahora toca saber la que viene para poner proa a favor. Me voy a atrever a adelantarlo, a asumir el riesgo, con la venia de Cúchares: será la sostenibilidad.

Un ejército de generales del ladrillo, unos de carrera y otros reenganchados, antes alféreces, bien pergeñados de diplomacia, inteligencia inmobiliaria y la debida logística, recorre Andalucía. No son todos, pero hay abundancia -también andancia- y van pidiendo sostenibilidad. Me inquieta.

No por sus bienintencionados promotores mártires, sino por la cantidad de depredadores de la sostenibilidad -que han hecho, de interior y costas, territorios insostenibles- que ahora claman ser sostenidos y sostenerse con el sostén público del Estado, gracias a los sostenedores contribuyentes.

Para mí que la filosofía de algunos "caras" que pueblan hoy las fotos de la sostenibilidad institucional está más anclada en el sostenella que no en el enmendalla. Lo que rima ahora es la sostenibilidad institucional aunque ya algún experto del canapé la haya bautizado, sin titubeos, como mangazo, aparcando el pichinglis fino y mal mascado aprendido en los días de management de la opulencia corporativa: "no hay otro término, esto es lo que es", insistía; no es de extrañar, vista la cantidad de expertos en el sablazo institucional ahora travestidos de sostenibles.

En la guerra de trincheras, los soldados -no los generales que estaban en el búnker o en una colina cercana, de picnic, con unos anteojos- preferían que les volasen la cabeza a los huevos; por eso, dentro de la zanja se sentaban en el casco a manera de escupidera, por si estallare el obús dentro salvar así, al menos, su hombría. Si yo fuera el Consejero de la Vivienda, Juan Espadas, solvente esperanza misionera de cambio, viendo los compañeros sostenibles que le han salido, no me pondría el casco en la cabeza.

Licenciado en Derecho y Antropología

aroca.javier@gmail.com

  • 1