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Soto, el alma de la fiesta tras la hazaña del Alcalá en El Palo

El Alcalá firmó una noche mágica en El Palo. Hubo cruce de insultos y ‘conatos’ de agresión en el túnel de vestuarios. Recital de Soto.

el 24 ene 2014 / 22:23 h.

IMG_4091 Imagen de la tángana en el túnel de vestuarios de San Ignacio. Foto: Jesús Sánchez. Mientras el fútbol patrio elogiaba con términos superlativos al Racing de Santander, deprimido y en estado de descomposición, por su brillante peregrinar en la Copa del Rey, el Alcalá protagonizaba la noche más brillante de su historia reciente. En El Palo, cuna de la Málaga marinera, y ante un Segunda División B surgido de las cenizas de la Primera Provincial. San Ignacio, el lugar en el que ejerce de local el plantel costasoleño, es un pintoresco recinto con una grada principal de 600 espectadores y un improvisado palco tras la tapia de los banquillos. Allí se agrupan de forma ordenada los vecinos exentos de pago. “Haber subido a Segunda B ya es una proeza para un barrio tan castizo como este”, apunta con el micrófono en ristre Joaquín Manuel Cuevas, de Radio Malaka, la emisora que narra todos los envites del once de Rafa Muñoz.o El cruce recogió una sucesión de anécdotas desde el inicio. Desde la elección de la fecha y la hora, designación decisiva para permitir la participación de Gonzalo, el capitán que compagina fútbol con trabajo desde hace años, hasta el viaje a Málaga. La expedición blanquiazul aterrizó en la ciudad con media hora de retraso después de elegir por error la vía de acceso a San Ignacio. “Nada fuera de lo común”, bromeaba minutos después de la hazaña Jesús Galván, uno de los tipos más emblemáticos de un proyecto de calculadora de dos dígitos. En la Avenida de Santa Lucía buscan fondos con urgencia para satisfacer el pago de las nóminas de noviembre y diciembre, pero del corazón emana felicidad. Pobres, pero felices. Los rostros de los directivos que viajaron en coche, Paco Pérez, tesorero, Manuel Liaño, vicepresidente, y Andrés Asencio, vocal, delataban la euforia. De sus sonrisas brotó el compromiso personal de invitar a la plantilla a un almuerzo, un ágape que exonerará al club de cualquier desembolso. Y ya al final, la polémica. El aspecto negativo. En el momento en el que Jose Serrano accedía al vestuario, un aficionado local se encaró con el veterano zaguero y, sin mediar palabra, se agarraron de sus camisetas hasta generar un tumulto por el que más de un periodista gráfico fue requerido. “La cámara, dame ahora mismo la cámara”, profirió más de uno desde la zona anexa al vestuario del Alcalá, donde ya recorría de rincón a rincón, por aquello de la crisis y la austeridad, el agua para brindar por un éxito mayúsculo. El de una plantilla que retornó al son de la canción de Felipe, El Barbero, récord de reproducciones gracias a la insistencia del masajista, Alberto Araújo, Checo, y del recital flamenco de Soto, un chico con arte.

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